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PAULA

Era domingo por la mañana y no había casi nada abierto, pero había quedado con Ana y Martha en un café para al fin hablar sobre lo que había pasado en la fiesta.

— Joder Paula, nos has dado un susto terrible.- dijo Ana.

— Y no viste a Sebastián, estaba preocupadísimo.- dijo Martha y tan sólo de escuchar su nombre se me revolvió el estómago.- Menos mal que estás bien.

— Ni se te ocurra volver a irte así.- dijo Ana seria.

— De hecho hay algo que os quiero contar...- dije con miedo a que no me creyesen.- Sebastián ha intentado... ha intentado pasarse conmigo.

Ambas se quedaron en completo shock y sentí mis mejillas mojarse, no sabía lo mucho que me había afectado hasta que hablaba de ello. Ambas se levantaron para abrazarme con fuerza mientras sentía mis lágrimas salir.

— Hubiésemos empezado por ahí.- dijo Martha.- Perdónanos Paula, debimos haber estado ahí.

— No pasa nada, no teníais ni idea y mucho menos yo.- dije.- ¿Habéis sabido algo de él?

— No ha dicho nada, pero tengo entendido que el miércoles se va de intercambio a Suiza.- dijo Ana.

— Vale menos mal, pero sigo sin creérmelo, pensé que éramos amigos.- dije limpiándome las lágrimas.

— ¿Quieres que hablemos con él?.- preguntó Ana mientras acariciaba mi mano.

— No tengo nada que hablar con ese imbécil.- dije.- Lo menos que sepa de él, mejor.

Paseamos un poco por el centro de la ciudad tratando de olvidar lo tensa que me había puesto retomar el tema. Volví a mi piso mucho más tranquila después de hablar con mis amigas. Al menos algo bien antes de la cena.

PEDRI

Decidí ir a ver al equipo entrenar antes del partido después de la noche de mierda que había tenido. Había llamado a Martina impulsivamente para sacar de mis pensamientos a una pesada que resultaba ser también mi fisioterapeuta, pero lo que menos esperaba era verla en mi puerta con la intención de ¿disculparse? y lo peor, que la rubia que me acompañaba la hubiese cagado de esa manera. Después de que Paula se piró, le pagué el taxi a Martina para sacarla de una vez de mi vida, no era bueno para ella y mucho menos para mí. No había podido dormir hasta muy tarde pensando en cómo podía ser tan imbécil.

— ¿Cómo va la pierna?.- preguntó Gavi sentándose en la hielera junto a mi.

— Mucho mejor, ya no me duele pero Paula insiste en que me quedan dos semanas aún.

— Te extrañamos, Pepi.- dijo pasando el brazo por mis hombros.- Oye ¿Vamos a hablar de lo de ayer?

— ¿El qué?

— Que casi te lías con tu fisioterapeuta, por ejemplo.- dijo sonriendo travieso.

— Joder, qué dices.- dije riendo.- No haría eso.

— Paula es guapa, tienes que admitirlo.

— Que sí tío, pero no estoy interesado.- dije convenciéndome más a mi mismo que a mi amigo.

Anatomía de Tú y Yo - [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora