10- Andrómeda

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Según Annabeth nos quedaban tal vez dos noches antes de que llegáramos a las aguas peligrosas donde Percy y yo evitaríamos quedarnos sin barco.

—¿Lo entiendes? —cuestioné y Luke asintió.

—Igual que una cerradura —dijo y yo no sabía de cerraduras, pero si de barcos.

—De acuerdo, ahora ven aquí —dije tomando la caja de herramientas—. Me pareció ver una falla por aquí.

—¿Sabes tanto de barcos por tu padre?

—No, mi madre era marinera —dije y él asintió, yo me deslicé debajo de una tubería para mirar las cosas que estaban mal—. Pásame la llave.

—Hace mucho que no me tocaba salir de misión —dijo Luke dándome la llave.

—¿Enserio? —cuestioné, Luke era un campista muy talentoso.

—Sí, conseguí la manzana dorada, un par de objetos más y ya —dijo y yo asentí.

Terminé de arreglar todo y justo al final mi cara se salpicó de grasa y yo grité cerrando los ojos lo que alarmó a Luke y sentí algo pasar por mi cara, era suave.

Pero mi cara estaba limpia y al abrir los ojos me di cuenta que el chico se había quitado su camiseta para limpiarme. Eso había sido muy tierno hasta que Percy bajó y nos vió.

—¿Por qué no tienes camiseta Luke? —cuestionó fulminando al chico.

—Ehhh, no, no es lo que crees, a Andy le paso un accidente en la cara y la limpié —dijo rápidamente y yo reí más fuerte.

—Ya Percy, lo asustas —dije tomando la caja de herramientas.

—Sube Luke —ordenó Percy y este vino detrás de mí de prisa.

Al estar arriba noté a la rubia marcando en un mapa ubicaciones, Nico y Bianca pilotaban el barco.

—Ya Percy déjalo —dije y sabía que lo hacía solo para molestar a su amigo.

—Te juro que no le hice nada a tu hermana —se defendió.

—Más te vale Castellan —dijo y yo tomé a Luke para alejarlo de mi hermano.

—Creí que iba a morir —dijo sentándose en los sofás del bote, yo me senté a su lado.

—Claro que no, soy casi de su edad, se cuidarme —dije y él sonrió.

—Serás su hermanita siempre Andy —dijo Luke y ambos miramos el cielo.

Estaba tranquilo por suerte, el mar iba muy tranquilo y brillaba con sus olas. La brisa marina era encantadora, fresca y limpia.

—¿Te parece si entrenamos? —dijo Luke.

—Sí, jamás he peleado contigo —dije animada.

Después de un arduo duelo entre ambos, obviamente Luke me derrotó al lanzar mi espada del otro lado del bote, yo caí contra el sofá mientras el filo de su espada me apuntaba el pecho.

—Eres muy buena a decir verdad —dijo y yo sonreí tomando su mano para levantarme.

—Gracias, me alegra haberte dado pelea —dije orgullosa de mí.

—¿Interrumpo? —cuestionó Bianca acercándose.

—No —contesté.

—Han entrenado muy bien a Andy, pelea muy bien —felicitó Luke y Bianca asintió como si nada.

—¿Cómo sigues Andy? —cuestionó.

—Ya mejor, estoy con ustedes y soy buena —dije y ella sonrió.

La caza de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora