19- Percy

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Dos días, habían pasado dos días y ya era claro que nada era igual. Había recibido más abrazos estos dos días que en toda mi vida, cartas, regalos y una gran variedad de cosas que ni siquiera sabía que eran. Y admitir que no quería nada de eso era complicado, por suerte no estaba solo.

Entre a la cabaña tomando aire y vi a otra persona que se ocultaba de la gente. Andy leía un libro en su cama y me sonrió con calma.

—¿Te escondes?
—Es eso o recibir diez mil abrazos —dijo—. Ni siquiera conozco a todos los del campamento y es extraño porque ellos saben de mí.
—Lo entiendo —dije sentándome a su lado.
—Annabeth vendrá por ti ¿Lo sabes?
—Esperare a que le digas que no estoy aquí.
—¿Aún no sabes qué responderle sobre el beso?
—No —bufé estresado.

Me acosté mirando el techo, le había dado tantas vueltas a ese beso, aún no entendía porque lo hizo, tal vez la adrenalina de verme, Annabeth no siente nada por mi, somos buenos amigo ¿No?

—Solo dile lo que sentiste —dijo cerrando el libro.
—No sé que sentí —admití—. Fue muy sorpresivo.
—¿Te gustó? —cuestionó y tocaron la puerta.
—Di que no estoy —corrí al baño y ella rio.

Escuché como abría la puerta y luego un silencio.

—Hola ¿Estás sola?

Espera ese era...

—Percy se esconde de Annabeth —dijo Andy—. ¿Qué quieres?

Aún no entendía porque mi hermana hablaba tan brusco ante el dios, bueno Andy solía tener cierta rivalidad con los dioses. Salí del baño y vi a Apolo en nuestra puerta. El dios aún seguía en el campamento, era un tipo de castigo, aunque nadie sabía porque.

—Hola —saludé.
—Hola Jackson —saludo amable—. ¿Puedes buscarme en el muelle a las siete?
—No.
—Ahí estará —dije y ella me miró.
—Gracias —dijo y se fue.
—¿Quieres ser convertida en una caracola? Debes dejar de retar a los dioses —dije y ella cerró la puerta con coraje.
—Cuando dejen de meterse en nuestras vidas lo haré.
—Tal vez puedas averiguar por qué está aquí —dije.
—Suenas como una hija de Afrodita —dijo y era cierto, estar tanto tiempo rodeado de ellas me hacía querer buscar chismes.
—Como sea, vamos. Tenemos que ir a ver a mi madre —dije y su rostro se iluminó.

Si ese era el poder que tenía Sally Jackson y por suerte era mi madre.

—Tienen que venir antes del anochecer —indicó Grover.
—Lo sabemos —dijo Andy desesperada.
—Te voy a traer más latas amigo —dije y él me sonrió.
—Por suerte regresaron a casa —dijo y me abrazó, era uno de los primeros abrazos que sentía sincero.
—Nos vemos cuernitos —dijo Andy.
—Ya está todo listo —dijo Bianca llegando.
—Disfruten.

Subimos a la furgoneta que nos llevo a esa playa que tanto había extrañado. No lo pensé ni dos segundos en bajarme y correr a los brazos de mi madre. Su olor a hogar con sales me envolvió. Sus lágrimas cayeron en mi hombro y el corazón se me incendió.

—Te amo tanto mi niño —dijo y yo me separé para mirar su rostro, recordando cada centímetro de ella.
—Te amo más mamá —dije sonriendo.
—Todos ya íbamos a iniciar una guerra contra los dioses si no volvían —dijo Mari.
—Sobretodo Nico —dijo Bianca y el nombrado de sonrojó de golpe.
—Exageran —bufó cruzado de brazos.
—¿Cuántas expediciones hiciste? —cuestionó mi madre y todos rieron, miré al chico que sus ojos divagaban en todos lados menos en mí.
—Igual te extrañe mucho Nico —dije y giró los ojos, pero sus mejillas se incendiaron.

Mi madre dejo de abrazarme para caminar a la chica que se mantenía distante, Andy miró confundida el acto hasta que mi mamá la abrazo.

—Qué gusto que estes bien, querida —dijo mi madre.

Los ojos de Andy se cristalizaron y ver a dos mujeres que quería tanto me lleno el alma de felicidad. Andy hace mucho perdió a su familia y anhelaba darle de regreso una.

—Preparamos sus comidas favoritas —dijo Mari y todos caminamos dentro de la cabaña, que hace mucho dejo de ser una.

Ahora era una casa grande al estilo hawaiana, pero elegante y fresca. Digna de un hogar, habían varias habitaciones y Andy exploto en felicidad al ver su nombre en una.

La tarde fue una curita a todo ese año que aún me traía secuelas, pero no preocuparía a mi familia por algo así. Pudo ser peor, Eros se comportó.

—Apuesto que el mar te extraño —dijo Nico caminando hasta mi lado.
—Nico —lo miré y no pude evitar pensar en que esto podía ser una ilusión así que tomé su mano—. Si algún día vuelvo a desaparecer, no vuelvas a hacerte daño y continúa tu vida.
—Estas demente —dijo quitando su mano.
—Nico.
—Percy, tú hubieras hecho lo mismo, somos familia —dijo y sin duda no podía contradecir eso.
—Gracias por no rendirte —dije y lo abracé.
—Jackson, déjate de cursilerías —dijo, pero respondió el abrazo.
—Te extrañé —eso salió en un hilo de voz.

Las noches que pase rogando por salir al fin habían terminado y estaba aquí, con mi familia. Aunque mi cabeza aún no se lo creía el olor a granada y perfume caro de Nico me lo afirmaba.

—¿Vienes? —cuestioné alejándome y apuntando el mar.
—Oh no, ve a reunirte con tu preciado mar —dijo, pero lo ignore y tomé su mano.

Lo arrastré al mar tras sus quejas y cuando mis pies se mojaron sentí la energía correr por todo mi cuerpo, la felicidad me invadió  y corrí dentro del mar para terminar de bañarme.

—Pareces un niño pequeño —dijo Nico desde la orilla mojando levemente sus pies.
—Esta es la mejor temporada del mar —dije lanzándole agua y él rio.

Me acerqué a él notando los pequeños peces a mi alrededor, la arena era suave con algunos caracoles lo que lo hacía precioso de ver tras la transparencia del agua.

—No Percy, aquí estoy bien.
—Como si nunca hubieras nadado conmigo —me quejé tomando su mano.
—Nos vamos a resfriar, es tarde —dijo y yo reí quitándome la camiseta para aventarla al mar.
—Soy un hijo del mar, eso no existe —dije y él miraba al cielo.
—Tu ego te va jugar sucio.
—Calla y ven —dije arrastrándolo para adentro. Él bufo, pero me siguió.

Nadamos un rato y luego nos quedamos en la orilla sentados recogiendo algunos caracoles.

—Aún usas ese collar —dije notando como se asomaban las perlas.
—¿Por qué no lo haría?
—Es viejo.
—Sigue siendo bello, deja mi collar en paz.
—Tengo que hacerte otro —dije y él negó.
—Me gusta este.
—Hey, ya tenemos que irnos —dijo Bianca.
—Debo ir a encontrarme con Apolo, gracias a Percy —se quejó Andy.
—Vaya, Luke no estará muy feliz —susurró Nico más para él.
—¿Es cierto que te acompañó a las búsquedas?
—Sí, a la mayoría.
—¿Qué intenciones tiene? —Nico me miró con una sonrisa y luego rompió en risa.
—Tranquilo hermano protector, son amigos nada más.
—Vamos —volvió a gritar Bianca.

La caza de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora