17- Sally

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Caminé deprisa siendo empapada por las gotas de agua, recordando fugazmente a mi pequeño hijo, este año había sido un dolor agonizante de no saber nada de él.

—Querida, recuerda ser prudente. Conocemos a estos dioses —dijo Mari.
—No me interesan sus amenazas.

Entramos a ese edificio elegante que me erizó la piel su ambiente tan silencioso exceptuando una música que salía de su elevador. Al llegar a su último piso al Olimpo me inundó la humedad de las nubes que cubrían el suelo junto a la piedra blanca.

—No puedo creer que estemos aquí —comentó Mari observando todo, pero yo no tenía tiempo de eso.

Me encaminé hasta el templo donde estaban reunidos los tres grandes. Al entrar no medi mi fuerza haciendo sonar las grandes puertas de mármol. El principal dios culpable me miró con insignificancia.

—¿Sally? 
—Excelente, inicia la verdadera fiesta —comentó el dios Ares.
—¿Cómo osan presentarse ante mí? —cuestionó Zeus.
—Con la misma osadia que ustedes tienen de decidir sobre el futuro de mi hijo —grité y Poseidón tomó una figura humana acercándose.
—Sally, nadie va decidir sobre nuestro hijo.
—Su engendro es parte importante de el futuro de este lugar, del mundo y hay que medir su poder contra ello.
—Mi hijo solo quiere una vida normal y lo tenía hasta que usted decidió mandarnos esa tormenta y su monstruo, si no quiere una guerra déjelo en paz —exclamé y Poseidón me jalo del brazo junto a Mari.
—Sally escúchame, protegeré a nuestro hijo, pero es cierto lo que dice Zeus —dijo y lo miré sus ojos me hipnotizaron al igual que como lo hacía hace años atrás —. Percy puede ser causante de el caos mismo, pero conozco a nuestro hijo, el solo protege a su familia.
—Lo quiero de regreso —le suplique.
—Igual yo, lamentablemente Eros y Afrodita tienen algo en manos, peor ya me encargaré de ello Sally —dijo y acarició mi mejilla—. Él va regresar a ti, te lo prometo.
—¿Ya terminaste Poseidón? Necesitamos seguir debatiendo sobre eso
—Vamos Sally —dijo Mari y las puertas se abrieron mostrando a un dios.

No pude procesar quien era hasta que Poseidón lo golpeó.

—Hey, tu cachorro ya está de camino —exclamó Eros.
—¿Dónde está mi hijo? —cuestioné y Poseidón lo agarraba de su blazer.
—Como dije, ya está de camino solo rueguen que lo logré —dijo sonriendo y Poseidón iba golearlo de nuevo, pero se desvaneció apareciendo en el centro del templo—. Solo vine a informarles que ya ha iniciado la profecía y tenemos un punto a favor.
—¿De qué hablas? —cuestionó Zeus, pero Eros me miró.
—Por suerte tuya, el destino que quieres para tu hijo me favorece. Hasta pronto Sally Jackson —dijo haciendo una reverencia y se desapareció.
—Ahora que tu hijo es libre, recuerda no involucrarte hermanito —amenazó Zeus con una voz áspera.
—Lo siento Sally —dijo por eso.
—Percy lo va lograr, y no está solo. Tiene a su hermana —dije y él me sonrió.
—Eres la mejor madre para Percy...
—Lamento interrumpir, pero deben volver a casa —dijo Hades y Mari lo miró.
—¿Ellos estarán bien? —cuestionó.
—Lo estarán —aseguró, ellos se entendían a su manera fría y cortante, pero con cariño.
—Tzar las llevara a casa —dijo Poseidón.

Al salir del templo, un hermoso pegaso nos esperaba con calma. Lo acaricie y este cedió al tacto.

—Cualquiera diría que te tiene respeto —dijo Mari—. Como toda una diosa de los mares.
—Tonterías —dije subiendo y la ayude.

Di un último vistazo al templo para alzar en vuelo

La caza de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora