Louis se sentía moralmente mal, pero sabía que eso no era necesariamente malo, pues Fred lo hacía pensar en cosas malas. Lo hacía querer matarlo. Pero por primera vez en su vida sentía que no tenía autocontrol, sentía que su inteligencia se había ido y no era capaz de pensar en nada coherente. Pasaba horas pensando en cómo podría deshacerse de Fred, de cómo sacarlo del radar, era insano la cantidad de tiempo que le dedicaba a eso. Él quería venganza, pero sobre todo vengar a su novio y al amor de su vida. Pero se sentía tan mal pensar de esa forma, se sentía un delincuente.
Sentado en la isla de su cocina veía fijamente su planta favorita, cada vez que iba a ahí pensaba automáticamente en Anthony, el cual últimamente no se encontraba tan bien. Había pasado casi una semana desde la recaída de su novio, había tenido que ir a hablar con Hanna para supervisar moderadamente a Anthony, no querían llevarse otro susto. Sorprendentemente Hanna cumplió con su parte, pues en las tardes le prestó especial atención a Anthony para prevenir cualquier cosa, organizó actividades especiales para él, e incluso a Ava, para que pasaran la tarde juntos. No se podía quejar, hizo un gran trabajo en calmar a su hijo.
Por otro lado, Fred cada vez aparecía menos en la escuela, y eso tenía un significado. Estaba muerto de miedo, mis contactos después del día de la golpiza lo habían estado buscando sin cansancio para terminar con el de una vez por todas, cada que podía se escondía para protegerse. Como el maldito y asqueroso ermitaño que era. La verdad era que para ese punto yo ya había dejado de decirle a mis contactos que lo dejaran en paz, era por decisión por la cual seguían echándolo, nunca supe en qué momento le empezaron a guardar cierto rencor. La verdad no me quejo, mejor para mi.
Anthony había empezado a tomar los antidepresivos que la psicóloga le había mandado y se había empezado a sentir más liviano, ya no estaba la voz que lo atormentaba. Pero tenía sus defectos, ahora se mareaba mucho más seguido y tenía un apetito monstruoso, no dejaba de comer en todo el día, incluso subió un poco de peso, cosa que tranquilizó un poco a Louis. Pero le sorprendió el cambio astronómico en la actitud de Anthony, como de un día para otro estaba como nuevo. Era una pena que no fuera natural y fuera causado por una pastilla. Afortunadamente Hanna había elegido una dosis adecuada para su edad, para que en un futuro no tuviera que depender de antidepresivos para ser feliz.
En el último cubículo de los baños de hombres se encontraba Fred, asustado y temiendo por su vida, estaba experimentando por primera vez el miedo que había sufrido Anthony durante mucho tiempo. Tenía que hacer algo al respecto o sufriría las consecuencias, tenía que pensar en un plan rápido y salirse con la suya, especialmente necesitaba a Anthony. Tenía que llevárselo o su plan de irse de "intercambio" habría sido en vano. Tenía que huir sin dejar ningún rastro, y tenía que hacerlo lo más rápido posible.
Salió lentamente del cubículo, meticulosamente contó los pasos, algo innecesario pero se le acababa de ocurrir una idea y se había metido dentro del personaje. Era la hora del recreo y esperaba que no hubiera nadie en el último piso del edificio, se estaba dirigiendo a las escaleras para llegar a los salones, más en específico, el salón de Louis. Esperaba tener la suerte de no encontrarlo casualmente ahí, o su plan estaría arruinado, tenía que dirigirse ahí rápido. Contuvo la respiración hasta que llegó ahí y vio que no había nadie, busco en cada escritorio buscando el de Louis, lo identificó al ver un escritorio con una pila de libros de ciencia. Tenía que ser a fuerzas de él.
Se puso a rebuscar dentro del escritorio para ver si encontraba lo que buscaba, no había nada interesante... Más que hojas de cálculo e hipótesis, Fred se empezaba a desesperar, y cuando estaba dando la última oportunidad, lo encontró. Tenía en sus manos el teléfono de Louis, el problema es que ni en mil años descubriría la contraseña, tal vez podía manipular a Michael para que consiguiera la contraseña o algo. Pero cuando estaba pensando en las posibilidades, se dió cuenta que el teléfono no tenía contraseña.
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Dos caras una moneda
RomanceAnthony decidió que necesitaba un cambio en su vida y se inscribió en un programa de intercambio en Canadá. Pensó que sería una oportunidad para escapar de la presión social y las expectativas de su vida en casa. Sin embargo, lo que encontró en Cana...