Prólogo.

666 48 3
                                    

00

Revolcarse en el lodo del lugar donde habitaban los animales del palacio era una costumbre que Chenle y Jisung habían adquirido durante su amistad. Disfrutaban de aquellos momentos en soledad donde podían bromear, reír a carcajadas y ser amigos sin ninguna etiqueta que los denominara, después de todo el príncipe no podía tener relación directa con el hijo de la cocinera del palacio.

—Tengo que irme ya, Jisung —Chenle dijo con un sabor amargo comenzar a presentarse. El chico frente a él asintió aún con sus ojos llenos de felicidad. —Yo... tengo que irme, Jisung —volvió a repetir, un nudo apretado formándose en su garganta. —Como que realmente... irme.

El menor frente a él frunció el ceño, sin entender a qué se refería.

Las lágrimas que Chenle retenía no demoraron en bajar por su rostro, mezclándose con la suciedad y –aunque fuera asqueroso–, llegando hasta sus labios.

—¿Chenle...?

—Los reyes me enviaron a China por mi atrevido comportamiento, dicen que allí pueden corregirme.

—¿Qué? No es justo —Jisung negó rápidamente con la cabeza, sus manos, brazos y piernas aferrándose al príncipe. Era una suerte que nadie los viera de aquella manera, porque un simple chico no podía tener aquella cercanía con Lee Chenle.

Todo se volvió desastrosos para unos niños de apenas doce años –once, con respecto a Jisung–, porque habían vivido tantos años juntos siendo amigos que separarlos de aquella forma tan cruel solo lograba lastimarlos de la manera más horrible. Jisung lloraba y Chenle no se quedaba atrás, ambos negándose a esa separación pero sin embargo dándose promesas de niños para mantener intacta esa irrompible amistad de tantos años.

—Prométeme que volverás, prométeme eso y te buscaré, Chenle, y d-después de eso... seguiremos siendo los mejores amigos para siempre.

—Te lo prometo, Jisungie.

Tener que despedirse de quien había sido su amigo desde que tenía uso de razón, había sido la cosa más dolorosa para Chenle, pero dejarle en aquel corral con lágrimas saladas bajando por sus mejillas había terminado de romper su corazón.

Horas después, frente a él su hermano Donghyuck estaba de brazos cruzados, negándose a la partida repentina de su hermano menor, su hermana Karina solo se mantenía callada y sumisa como a todos le gustaba.

—Es una estupidez —Donghyuck se quejó. —¿Por qué enviar al príncipe Chenle a China es lo mejor? ¡Tenemos tutores! Ellos pueden-

—Príncipe Donghyuck, mantenga la boca cerrada —su madre, tan altanera y frívola como solo ella sabía serlo, lo fulminó con la mirada. —El príncipe Chenle debe ser enviado a China para que reflexione sobre su comportamiento inmaduro, en algunos años volverá aquí.

—¡Pero-!

Karina, quien era la que más obedecía a los mandatos de sus padres, tomó el brazo de su hermano, deteniendo sus palabras si no quería que las cosas fueran peor.

—Despídanse de su hermano —el rey pidió, con el semblante serio y sin mostrar ninguna emoción. Fuera del palacio, siempre debían mantener una postura rígida, demostrando ser de la realeza.

Donghyuck, totalmente enfurruñado y en desacuerdo con la decisión tomada, abrazó a Chenle en contra de su voluntad, pero si no lo vería por un largo tiempo, debía despedirse de la manera correcta.

—Debes enviar cartas para saber cómo estás —le dijo, cerrando los ojos, oliendo por última vez en un largo tiempo el dulce aroma de su hermano menor –y compañero de travesuras–.

—Lo haré —dijo Chenle. Apretándolo por última vez y luego soltándolo para acercar a sus brazos a su hermana Karina, quien retenía las lágrimas en sus ojos, pero sin decir palabra alguna aceptaba aquella desastrosa decisión.

A pocos metros, un niño prolijamente vestido miraba la escena con desdén.

—Guh, ¿Tener que enviarlo a otro país para corregir sus errores, eh? ¿Por qué no enviar al príncipe Donghyuck también? Es igual de desastroso, incluso yo podría hacerme cargo—dice, asegurándose de que la familia real lo escuchara fuerte y claro. —Los niños de la rama principal tienen mucho que aprender sobre la realeza, excepto la princesa Karina, pero lamentablemente es una chica.

Donghyuck frunce su ceño fulmina con la mirada al niño.

—Cállate Jaemin, eres solo un duque, ya quisieras tú ocupar mi lugar, y no hables así de mi hermana, es incluso más competente que yo para ser reina en el futuro.

—Silencio—dice el rey con su voz severa, haciendo que todos se pusieran rígidos. —La princesa Karina no es candidata a reina porque es una chica y no es la mayor, el duque Jaemin tampoco porque no es de la rama principal de la familia, y el príncipe Donghyuck no puede ir a otro país porque tiene deberes aquí como futuro heredero de la corona, no hay nada más que discutir. La decisión que hemos tomado con el príncipe Chenle nos servirá para corregirlo y formar tratados con los países vecinos en el futuro, no quiero escuchar ninguna queja sobre ello.

—Sí, rey—dijeron todos los niños presentes, excepto Chenle, quien apretó sus labios en una fina línea, reprimiendo sus ganas de estallar en llanto.

Hubieron tantas promesas de por medio que en un principio fueron cumplidas. Donghyuck había sido el encargado de entregar cada una de las cartas que Chenle había enviado el primer mes, pero, esporádicamente, éstas dejaron ser enviadas y con el pasar de los años, sólo se volvieron promesas rotas, junto con ello un corazón roto y un lazo sanguíneo estropeado.

 Donghyuck había sido el encargado de entregar cada una de las cartas que Chenle había enviado el primer mes, pero, esporádicamente, éstas dejaron ser enviadas y con el pasar de los años, sólo se volvieron promesas rotas, junto con ello un corazón...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


PRÓXIMAMENTE

On the Crown ↬ Markhyuck ; Nomin ; Chensung [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora