Capítulo 6.

238 29 0
                                    

Con su elegante caminar se dirigió hasta el lugar menos ostentoso del palacio, donde la suciedad, el mal olor y la oscuridad predominaba. Bajó las escaleras haciendo una mueca por lo asqueroso que era y recorrió las celdas de los calabozos uno por uno. No habían muchos encerrados debido a que no se atrevían a faltarle el respeto a la realeza, pero él... él.

—Aquí estás, basura —le dijo con los dientes apretados. Ya era de noche, pero no quería ir a dormir antes de verlo y recriminarlo, aunque estaba seguro que los guardianes ya habían hecho su trabajo. —Y no te veo en tus mejores condiciones.

Amarrado con cadenas desde las manos alzó la mirada. Una sonrisa cínica surcó de sus labios aún si tenía un ojo morado y sangre seca corriendo por su boca. Se veía demacrado, golpeado, totalmente devastado.

—Vino a verme, alteza —contestó. Sus manos amarradas a unas gruesas cadenas que colgaban del techo lo mantenían parado, pero sus pies ya no cedían y las cadenas eran lo único que lo afirmaban. Jaemin se estremeció. Debía ser un dolor horrible estar de esa manera.

Pero aquel menesteroso se lo había buscado.

—¿Acaso pensaste que no iba a tomar represalias? —le preguntó alzando las cejas y cruzando sus brazos de manera tan imponente que para Jeno fue imposible apartar la mirada de aquel sujeto superior a él. Sólo hablando socialmente, porque estaba seguro de destrozarlo si así quisiera. —¿Eres tan ridículo?

—Nunca pensaría eso de usted, alteza —respondió, escupiendo un poco de sangre que se había acumulado en su magullada boca.

—Sigue comportándote de esta despreciable manera y me veré en la obligación de dejarte aquí durante una semana si es necesario —bramó con una sonrisa cínica, burlándose por completo de su autoridad.

El rostro de Jeno cambió, tornándose serio y una mueca amarga se hizo presente.

—¿Qué pasó? —Jaemin se burló soltando una risa exagerada. —¿No te gustó la broma? Pues déjame decirte, menesteroso que a mí tampoco me gustó tu estúpida broma —gruñó. —Me humillaste frente a todo el pueblo.

—Solo lo humillé una vez y se comporta de esta manera —bufó, totalmente inexpresivo. Jaemin ni siquiera podía adivinar si todos los golpes y sus muñecas dolían. Ninguna mueca, ninguna queja, solo se mantenía ahí con los oscuros en él. —¿Y quién cuenta todas las veces que ustedes nos han humillado? ¿En cómo pertenecemos a este maldito reino, pero es como si fuéramos unos forasteros? Nunca una ayuda hacia los pobres, pero siempre todo para los ricos. Solo son una vergüenza como reino. Si tuviera la opción de irme de aquí, lo haría sin pensarlo.

Jaemin entrecerró los ojos, su mandíbula crispándose, pero manteniendo su postura desafiante. Jeno no tenía ningún derecho de reclamar por las decisiones del reino. No, Jeno simplemente no tenía derechos.

—¿Y por qué no lo haces? —replicó manteniendo sus brazos cruzados y dándole una mirada de superioridad.

—Porque estoy condenado aquí —gruñó, apartando la mirada de Jaemin y parándose para darle menos dolor a sus muñecas sujetas a cadenas. Estaban rojas y la sangre seca se podía notar alrededor del metal.

—Excusas —soltó, soltando una risa nasal. —Disfruta tu estadía aquí, menesteroso. Y compórtate si quieres salir antes.

Se dio medio vuelta, sus zapatos hechos a medida caminaron hasta la salida del calabozo en donde Lee Jeno era retenido. Un escalofrío lo recorrió debido a la oscuridad y la humedad del lugar. Definitivamente odiaba y le asqueaba de manera increíble tal sitio. Quería irse rápido, tomar una ducha de al menos una hora con agua temperada y luego acostarse en su cómoda cama para descansar.

On the Crown ↬ Markhyuck ; Nomin ; Chensung [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora