Capítulo 4

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Con total frustración, lanzó el fardo de trigo sobre el césped que, hasta ahora, se daba cuenta que debía cortarlo. Las vacas a su alrededor mugieron, pero siguieron comiendo sin darle importancia al humano que refunfuñaba a su lado.

Los trabajadores apenas se acercaban hasta donde él estaba sino querían recibir una mirada asesina o si no querían obtener una respuesta mordaz, porque así era como estaba Park Jisung luego de haber visto por primera vez luego de tantos años a Lee Chenle. El príncipe había arruinado su estado de ánimo de una manera increíble aún si no estaba presente, pero el pobre Jisung era en él lo único que podía pensar, cuestionándose su gran cambio.

Sabía que Chenle había pasado la mitad de su vida en otro país, sus costumbres se habían perdido y probablemente el cariño de aquel reino también había sido arrebatado.

Y lamentablemente, Jisung formaba parte de aquel castillo. No como alguien importante ni parte de la realeza, era un simple trabajador que con su esfuerzo había sabido ganarse la designación de jefe del lugar; aún siendo trabajador, él era el jefe de todos los trabajadores dentro del reino. Del castillo no, porque su madre había sabido ganarse también aquel título, siendo la persona encargada de las sirvientas y cocineros.

Afortunadamente, ambos eran lo suficientemente confiables para los reyes y los nobles como para dejarles tal cargo.

Pero Jisung estaba cansado. Cansado de correr de aquí para allá, de dar órdenes. De tener que dar la cara por cada error cometido, de pensar. De fingir que todo aquello relacionado con Chenle no le dolía.

Ahora mismo, se aseguraba cuidar de las vacas, dándoles su merecida porción de comida y agua. Todas ellas mugían a su alrededor y por primera vez, aquello le molestaba a Jisung, porque ni siquiera con tal bulla, lograba silenciar sus fatídicos pensamientos.

—¡Jefe! —el grito llegó claro a sus oídos y se giró, encontrándose a Yangyang acercándose hasta él cabalgando sobre un caballo.

—¿Qué pasa, Yangyang? —preguntó Jisung saliendo de la corralera, asegurándose de haber cerrado correctamente para que las vacas no se escaparan.

Lamentablemente, dos veces habían escapado por culpa de otro trabajador, al menos él tenía el cuidado máximo para ese tipo de cosas.

—Es Hyori —el mayor se quejó, casi como una rabieta mientras fruncía la nariz y se detenía justo a un lado de Jisung.

Por un segundo, su corazón se detuvo.

—¿Qué le pasa a mi Hyori? —preguntó con voz aguda.

—Lo mismo de siempre, no quiere comer y está haciendo un escándalo en el cobertizo. Está alterando a los demás caballos.

Soltó un suspiro mientras masajeaba sus sienes armándose de valor.

—Bien, voy enseguida —respondió sabiendo que era el único capaz de controlarla. Hyori era tan salvaje que nadie jamás había podido domarla, sólo Jisung quien veía como único y gran criador. —Ve al gallinero y alimenta a las gallinas. Y saca los huevos que hayan puesto y llévalos hasta la cocina.

—Está bien, jefe —asintió, tirando de las cuerdas que manejaban al caballo y pronto desapareció de su vista.

El menor suspiró, emprendiendo camino con rapidez hasta la caballeriza, sabía que Hyori podía cometer grandes escándalos, alteraba a los demás caballos y ellos se ponían tan nerviosos que estaban a nada de salir corriendo del lugar en donde eran resguardados. Su yegua siempre había sido tan... peculiar y no sabía exactamente a quién culpar, porque él había sido su principal criador, malcriándola y consintiéndola totalmente.

On the Crown ↬ Markhyuck ; Nomin ; Chensung [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora