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Al día siguiente »
Celia mentiría si dijera que no le duele ver cómo su jefe, el señor Omar, pierde su tiempo en alguien que no lo merece.
- ¿Le enviaste la gran canasta de dulces a Marisa que te dije?.- preguntó Omar din molestarse en dejar de ver su computadora.
- No, le mandé la mediana.- eso captó su atención rápidamente.- La otra era muy grande.
- Te pedí la mejor, no la que tú quieras.- se molestó.- ¿Por qué te tomas atribuciones que no te tocan? La próxima vez, haz lo que se te pide.- Celia asintió levemente.
- Con permiso.- con el corazón más roto que nada, salió rendida de otro intento fallido.
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- El budismos entonces es una práctica de vida...- y otra vez, ahí tenemos la misma escena. Pablo hablando solo mientras que Lucía le prestaba más atención a su libreta que ahora era de dibujo y ya no de filosofía. Su maestro no lo dejó pasar así que se la arrebató de forma ágil.
- Óyeme ¿Que te pasa? Regresamelo.
- ¿Qué es esto? ¿Y tus apuntes?.
- Solo hago lo que me interesa.
- Escribir es una forma de dibujar, así empezó la escritura y así es como conocemos el proceso de la civilización. Luego ses proceso se simplificó y comenzamos a escribir...
- ¿Y eso también lo sacaste de internet?.- bufó sarcástica.
- Si bien el budismo es considerado una religión, es más una forma de vida.
- ¿Y como esperas que apunte si tú tienes mi libreta?.
- Ejercita tu mente.- Lucía bufó enojada.
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Omar entró hecho una furia a la oficina de su jefe mayor. Estaban sabía lo que se venía así que se mantuvo en la raya.
- ¡No sé que le dijiste a Marisa pero te juro que esto no se va a quedar así!.-
- Espera, escúchame...
- No, te lo advierto, Esteban.
- Luego lo vas a entender y me lo vas agradecer.- fue su única explicación sensata.
- ¡No, a partir de este momento, nuestra relación se vuelve estrictamente laboral! No voy a dejarla ir tan fácilmente.- avisó después de haber sido rechazado por Marisa...y ahora sí era enserio.
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Las responsabilidades se dejaban de lado una vez que la noche caía. Solo quedaba a disfrutar del momento con un poco de alcohol encima. Y los hermanos Lombardo lo sabían.
