«Capítulo 12»

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Su último día con Piconjo, Evil lo sabía, eso lo hacía sentir muy deprimido y triste, no quería volver, anhelaba poder estar junto a él, pero sabía que si no iba, lo matarían a él junto a Piconjo, tenía miedo de que eso suceda, por lo cuál, quiso pasar su último día con Piconjo y pasarla lo mejor con ese ser humano que lo hacía sentir tan feliz, algo que nunca pudo sentir ni lastimando a otros seres lograba sentirse así, se encontraba colocandose una de las ropas que Piconjo dejó que se comprará, de verdad le gustaba mucho usar lo que le compro.

— Cómo desearía quedarme más tiempo contigo — Susurro abrazándose a si mismo, se quedó divagando en sus pensamientos hasta que escuchó como la puerta era tocada suavemente.

— Evil, ¿Ya estás listo? — Preguntaba Piconjo desde afuera de la habitación, este vestía una camisa morada con una chaqueta de cuero junto a unos pantalones ajustados.

— Eh, si. Ya voy — Le respondió con algo de nervios, una vez salió se sonrojo por cómo se veía Piconjo pero decidió no decirle nada, deseaba decirle sus sentimientos, pero si lo hacía no se iba a querer ir.

Cómo desearía no ser un cobarde en estos momentos Pensó Evil mientras seguía a Piconjo, quién lo guíaba a la salida.

— ¿A dónde vamos? — Le pregunto luego de salir de la casa.

— Tranquilo, ya lo verás — Respondió el más alto con una sonrisa acto seguido le tomaba la mano a Evil para que lo siguiera y saber que estaba junto a él.

Esa acción puso nervioso al demonio, admitía que no era aficionado de las sorpresas, aún que estaba haciendo una excepción, se enganchó al brazo de Piconjo, el cuál lo dejó hacerlo, ya que de todos modos, le gusta sentir el contacto de Evil, sentir que estaba cerca, sentír su cálida piel, sabía que estaba enamorado y tenía planeado decirle sus sentimientos está tarde, aún sin saber lo que pasará antes con Evil.

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Piconjo le tapaba los ojos a Evil, que se estaba poniendo más nervioso por la cercanía, le había tapado los ojos hace unos minutos para algo.

— ¿Ya puedo ver? — Le pregunto con notable nervios en su voz.

— No, espera un poco más — Respondió con tranquilidad Piconjo, lo guío hasta detenerse en un sitio.

— ¿Ahora sí? — Nuevamente preguntó con más nervios.

— Si, ya puedes abrirlos — Respondió Piconjo para destaparle los ojos.

Cuando Evil los abrió quedó asombrado por la gran vista a la ciudad, se podía ver el sol caer lentamente, los edificios siendo iluminados al mismo tiempo que estaban oscurecidos por la hora, eso había dejado impresionado a Evil.

— Es... — No podía decir nada, la vista era hermosa desde su punto de vista, simplemente estaba mudo del asombro.

— Aún hay más... — Dijo Piconjo para tomar de los hombros a Evil, lo acercó un poco a las barras desde dónde miraban — Mira abajo — Agregó.

Cuando Evil miró hacía abajo, vió un lindo parque junto a un lago, para algunos no sería muy importante, pero eso sumando la vista le hacía sentir tan feliz a Evil, Piconjo le dijo que esperará un poco ya que le tenía una última sorpresa.

— ¿Cuántas más hay? — Preguntó burlonamente.

— Es la última, te lo prometo — Le respondió con cariño, se fue a un lado y le pidió nuevamente a Evil que cerrará los ojos.

En solo unos minutos, Evil seguía viendo la vista hasta que escuchó a Piconjo llegar, al voltear quedó impresionado.

— Sorpresa — Exclamó Piconjo con una guitarra eléctrica de colores negros y rojos en sus manos.

— ¿Cómo supistes que...? — La sorpresa era grande para Evil qué solo se podía permitir esas palabras.

— Pues había visto que te encantaba ver está guitarra, está llegué a ver qué no querías irte por obra de ella. Por lo cuál, puse una parte de mis ahorros en la comprá — Respondió algo avergonzado Piconjo, sabía que sus nervios junto a su sonrojo en la cara no ayudaban a seguir explicando.

— No debiste molestarte — Dijo Evil con vergüenza mientras tomaba la guitarra.

— Todo por tí, mi lindo demonio — Le dijo con cariño, le iba a decir en la noche sus sentimientos no ahora.

Los dos observaron la vista hasta que finalmente anocheció, los dos no querían ir a casa aún así que decidieron ir a divertirse, Evil de verdad deseaba decirle sus sentimientos a Piconjo, pero no podía, ya que estaba obligado a irse.

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Ambos se divirtieron mucho en la noche, fueron al arcade, dónde se la pasaron compitiendo entre ellos terminando en empaté, para ir al parque de diversiones, ese sitio ningúno de los dos dejaba de sonreír, de verdad deseaban decir sus sentimientos al otro, sin embargo, Piconjo no lo decía por los nervios y Evil no lo decía por qué tenía que irse cuando el reloj marqué la 1:00am, siguieron divirtiendose hasta estar en la rueda de la fortuna, la vista era buena pero no tanto como la anterior, Evil se recostó en el hombro de Piconjo que solo disfrutaba la vista junto al aire fresco.

— Me gusta... — Soltó Evil, refiriéndose a la tranquilidad que sentía, nunca sintio tanta paz a su alrededor comparándolo al infierno, dónde estaba todo el tiempo alerta, en peligro de ataque o una probable pelea hasta un intento de violación.

— También me gusta — Dijo Piconjo mientras miraba a Evil, era una indirecta que tal vez no se entienda a la primera, aún que solo quería disfrutar la compañía de Evil más tiempo.

De verdad se amaban, lastima qué no puedan decir sus sentimientos.

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Cuando llegaron a casa dieron exactamente la 1:00am, un ritual rojo apareció del piso esperando a Evil, Piconjo no entendía lo que pasaba hasta que escuchó hablar a Evil.

— Piconjo. Muchas gracias... — Le dijo Evil para voltear y ver que estaba llorando pero estaba sonriendo — De verdad, muchas gracias. No sabes lo agradecido que me siento, por primera vez me hiciste sentir como alguien y no como un objeto como todos, me hiciste sentir tan feliz... — Las lágrimas aumentaban cada palabra que decía Evil.

¿Acaso...? No, debo decirle o-... Sus pensamientos fueron interrumpidos por un abrazo del más bajo.

— Ojalá hubiera podido decirte lo que siento por tí... — Dicho ésto, Evil se fue regresando al infierno dónde pertenecía.

Ahora Piconjo está allí, sintiendo un sentimiento tan amargó, frío y una presión en el pecho, sentía la soledad, un sentimiento que no había sentido desde que dejó que Evil viviera con él, pero ahora no está, no quería aceptar que estaba solo, no quería...

Solo quería a Evil a su lado, pero ya no estaba.

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— Te dijimos que trajeras su alma... — Dijo la voz del jefe de Evil mirándolo desde el vacío donde lo metió.

Evil tenía cadenas que lo lastimaban, un frío tan fuerte en su cuerpo, golpes y estaba solo en aquella oscuridad, lo único que quería era en ese instante tener a Piconjo a su lado, aún que ahora sería imposible, estando en un lugar donde los rituales no lo ayudarían a escapar, lo que mantenía en pie era el recuerdo de Piconjo y el deseo de verlo otra vez.

— Te extraño... — Susurro para así mismo, sacó una sonrisa lastimada tratando de ignorar su dolor tanto fisico y mental — También te extrañó, mi demonio — Agregó para luego la oscuridad se lo llevará más profundo hasta que su jefe lo libere o simplemente olvidará a quien amaba.

«Ritual Erróneo» Piconjo X Evil BoyfriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora