Cap 4: Rey Negro

201 12 1
                                    


Rey Negro

Lunes 6/7/2022

Rubí

Corro por el oscuro cementerio, la niebla nubla mi vista y la fría briza me pone la piel de gallina.

Los pies me duelen de tanto correr, siento como las ramas rotas y pequeñas rocas lastiman mis pies, al igual que las risas de los demonios invaden mis oídos y atemorizan mis recuerdos felices, dejando el miedo y el pánico como mis únicos compañeros en la oscuridad.

Las lágrimas caen por mis mejillas mientras escucho sus burlas.

¡Débil

¡Cobarde!

¡No eres como nosotros! ¡Nunca lo serás!

No quiero serlo...

¡Si quieres, desearías ser más fuerte de lo que eres, pero nunca dejarás de ser la misma princesa temerosa!

Déjenme en paz...

Eso era lo único que me ocurría decir mientras seguía corriendo.

Mi vestido blanco estaba totalmente desgastado, los monstruos lo arruinaron, estaba rasgado por sus enormes garras y con manchas rojas por mi propia sangre. Quería esconderme en algún lugar y que ellos nunca puedan encontrarme, así siempre estaría segura.

Mi corazón late acelerado y mi respiración desaparece con los segundos, los cuales parecían horas. No sabía hace ya cuánto tiempo estaba corriendo, pero no tenía planeado detenerme, no cuando ellos no pararían hasta hacerme sufrir.

Déjenme en paz, por favor, ya no quiero...

¡Eres una cobarde, Rubí!

Duele mucho, ya basta, se los ruego, déjenme sola...

¡Eres una abominación

Las lágrimas caen y los gritos resuenan.

Mi miedo es el no saber si son sus gritos o los míos...

Las lapidas aparecen de un segundo para el otro entre la niebla, al igual que grandes estatuas con ángeles y aterradores demonios, ¿Cómo era eso posible? Por cada paso que doy, un nombre aparece en alguna de aquellas entradas a la muerte.

Massimo Al' Capone.

Esmeralda Zeinep.

Gemma Al' Capone.

Selim Zeinep.

Rubí Al' Capone...

No... ¡NO!

Empiezo a correr más rápido. Las ramas se clavan en mis pies mientras que los árboles parecen acercarse cada vez más, tomando una silueta de grandes y aterradoras manos con uñas largas y verrugas, las cuales eran las hojas. Las manos se acercan cada vez más, tratando de encarcelarme para así llevarme con ellos a un horrible destino.

¿Por qué no me dejan en paz?

Yo nunca hice nada malo...

¡Demonio! ¡Demonio! ¡Demonio!

¡Desgracia nacida de otra desgracia!

¡Déjenme en paz!

Cubro mis oídos y trato de encontrar un equilibrio para correr y cerras los ojos, cansada de ver el infierno en carne propia, demonios y monstruos... extinguen mis sentidos y se los llevan lejos, dejándome vulnerable y a su total merced.

La Estrategia de la Reina. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora