Alexandro.
Siento la fría lluvia cayendo por mi rostro, mi cabello y mis mejillas, a menos que esas sean mis propias lágrimas.
Pero eso no me importaba ahora.
No cuando ella estaba mal.
-No mires... -repite una y otra vez con decisión- No mires, moy tsvetok -escucho el rompimiento en su voz al decir la última palabra.
Me abrazo a ella con frío, siento como un liquido espeso se pega a mi rostro, más no me importa. Ella estaba mal, lo sabía... ¿Acaso yo le estoy haciendo mal? Tal vez mi enfermedad se transmitió a ella, al igual que con Victoria.
Pero ella me devuelve el abrazo con pocas fuerzas, mientras siento como su corazón no palpita tan rápido como antes, ella apoya su mejilla en mi cabeza y me rodea de manera que, de seguro, nadie puede verme. Sus largos cabellos rubios mojados caen por mi cabeza hasta mi espalda, su abrazo me da calidez, a pesar de que la lluvia y el viento no ayuden mucho, su cuerpo me rodea tan desesperadamente como si alguien me fuera a quitar de sus brazos.
Yo tampoco quería irme de su lado, algo en mí sabía que, cuando la vi correr tan rápidamente hacia mí, sucedía algo malo.
Cundo vi sus ojos llenos de lágrimas, corriendo por el bosque con una herida en su labio mientras gritaba.
¡Alex!
¡Alexandro!
Todo en ella pareció desmoronarse cuando se lanzó detrás de mí y me abrazó con fuerza y gotas de sudor. Lo siguiente que recuerdo fue que se escucharon tres ruidos muy fuertes, me tape los oídos y enseguida ella colocó sus manos por encima de las mías, los ruidos se escucharon de todas formas.
Pero a ella debieron molestarle mucho también porque casi se cae hacia adelante y me aplasta, pero puso sus manos en el suelo y no cayó, solo se recostó levemente contra mi espalda.
-No mires, no mires, cierra los ojos, Alex -su voz es cada vez más suave, acaricia suavemente mi espalda mientras me da un beso en la cabeza- No mires... -su voz se quiebra y siento sus lágrimas en mi cabello- Te quiero, Alex...
La abrazo con mayor fuerza al ver que llora, no me gusta cuando llora, o cuando está asustada, me hace querer llorar también y no me gusta llorar... tampoco lo hago con facilidad.
Su cuerpo se hace cada vez más pesado, como si se estuviera durmiendo.
Coloco mi mejilla en su pecho y escucho sus latidos, son lentos, pero a veces suben y luego bajan... Como si estuviera saltando un trampolín.
Tengo frío, mucho frío.
Me refugio en sus brazos como en la noche, al dormir, y cierro los ojos.
Sus latidos se calman poco a poco, tal vez ya no está tan asustada, sus caricias caen y me sostiene por la parte baja de mi espalda. Su cabeza se recuesta totalmente en la mía y deja de murmurar.
La lluvia, que ahora caía más fuerte, nos empapa totalmente, pero algo en mí no quería dejar de abrazarla, ni ella a mí. Había corrido mucho y estaba cansada, no quería despertarla cuando por fin se mantenía calmada.
El líquido espeso ahora también parecía estar en sus brazos, abrí un ojo al tocar su espalda y sentirlo. No podía verlo, estaba oscuro, pero se sentía muy familiar, como aquella vez en la casa de tía Victoria...
Pero no podía ver nada, la lluvia me hacía cerrar los ojos, al igual que los relámpagos, no me gustaban, los odiaba.
Cuando vuelvo a apoyar mi mejilla contra su pecho, pero sus latidos ya no estaban...
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La Estrategia de la Reina. #1
AzioneLibro +21 Saga Placeres de Reyes #1 El mundo es como un tablero de ajedrez, mientras que la vida es igual a una tortuosa pesadilla, más si te refieres a un mundo enfermo como la mafia. Rubí sabía bien eso, en su hogar no existían los colores llamati...