El ir y venir de las mujeres en la habitación no hicieron más que ponerlo nervioso. Ver las sábanas manchadas de sangre siendo retiradas de forma rápida para reemplazar por otras, a la par que cambiaban las cubetas cada que el agua se tornaba roja, solo hizo que Aegon se aferrara con más ahínco a la mano de Jacaerys, que miraba de forma desorientada el techo, murmurando. Pálido, aguantando otro doloroso proceso para el nacimiento de su hijo.
Nadie les explicó las consecuencias de la pócima tras el nacimiento de su adorada Aemma, nombrada en honor a la madre de la Reina; sumiéndose en su pacífica vida en la Fortaleza Roja y la exploración de su vida sexual, que a los meses de nacer la futura heredera al trono, el maestre les daría la grata noticia de que su amado Jacaerys estaba nuevamente en cinta.
Alarmando a Aemond y Lucerys, generando rumores de que siempre se requería el té de la luna al amanecer en los aposentos de la pareja.
Fuera verdad o no, Aegon se dedicó a vivir lo mejor que pudo de su matrimonio y los hijos que los dioses podrían proporcionarle. Claro que muchas veces se negó a participar en algunas batallas que se requería de su presencia y sus dragones. Ocasionando más de un conflicto entre sus hermanos por permitirse tales privilegios. No le importo. Sus hijos estaban bien y su amado Jacaerys feliz, el resto tenía poca importancia.
Diez años después y el nacimiento de su sexto hijo, ya estaba más que comprobado que una vez tomada esa pócima no se requería de otras tomas para volver a embarazar a la persona, sino que con una era suficiente. Y gracias a las mejoras del sacerdote de Asshai: utilizar una cuchilla afilada en un nacimiento era mucho más rápido y sin el riesgo de que la persona sometida al procedimiento muriera desangrada. Para eso se debía beber ciertas pócimas para evitar el dolor y ser rápidos en la extracción del bebe.
Aegon había asistido a cada uno de los nacimientos y siempre se dedicaba a sostener la mano de Jacaerys. A apreciar sus gestos y la fuerza que ejercía en su agarre, negándose a ver el corte o la forma que sacaban al bebé.
Una doncella, que llevaba años sirviendo en el castillo, le contó de la trágica y dolorosa muerte de la Reina Aemma y las consecuencias que traían esa clase de actos antinaturales a la hora de traer un niño al mundo, forzando algo que los dioses aborrecían. Aegon no supo como sentirse ante esa clase de información, lo único que consiguió fue un extraño rechazo a la idea de perder a Jacaerys por uno de sus bebés. Apelando a los conocimientos de cualquier maestre o curandero que facilitara el nacimiento sin poner en riesgo la vida de su amado. Nadie sabía dar solución o respuesta a un acto que ni ellos mismos entendían como era posible si ambos eran varones.
—Confía en Onuris —Helaena tomó su mano entre las suyas. Una tarde que lo vio desanimado ante el próximo nacimiento de su futuro hijo. Reconfortandolo —, él siempre sabe como calmar la ira de los dioses.
No se sintió conforme y mucho menos tranquilo cada que llegaba la hora crucial del nacimiento. Temía perder a Jacaerys o al bebé. Ambos. Quedarse solo con unos niños que siempre le recordaría a su amado sobrino. Solo en un lugar que lo señalaría por preferir el placer antes que el cuidado y amor de su esposo.
El maestre hizo una leve exclamación mientras el sacerdote terminaba de hacer la extracción. El llanto de un bebe inundó toda la habitación, haciendo que las sirvientas se detuvieran en su lugar. Aegon miró anonadado al bebe que le entregaron envuelto en una manta, ignorando lo que seguía del proceso para terminar el doloroso procedimiento del nacimiento de su hija. Sí, otra adorada niña había llegado para darles felicidad a sus vidas. Apreciando con emoción la carita arrugada de su bebe. Su pequeña Jaehaera.
—Aegon —murmuró Jacaerys, volviendo en sí. Buscándolo con la mirada.
El nombrado se acercó a lado de su amado esposo, mostrando a la nueva miembro de su familia. Maravillándose cuando Jacaerys la sostuvo en sus brazos, sonriendo emocionado.
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Consejos poco Prácticos
Hayran KurguAemond esta harto de que Jacaerys le hable de Aegon. Así que en su último atisbo de paciencia, aconsejara a su sobrino de como puede conquistar al idiota de su hermano. Fic Lucemond y Jacegon