IX

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Pequeña advertencia: escena de una cesaria un poco grafica. Procedan con precausion.

Estaba furioso con su hermano: ¿cómo se le pudo ocurrir secuestrar al chico Stark y pensar que nada pasaría ante sus actos? Renegaba con su madre por encargarle justo a Aemond, de entre todos, ir tras las pistas de donde podrían estarse ocultando ...

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Estaba furioso con su hermano: ¿cómo se le pudo ocurrir secuestrar al chico Stark y pensar que nada pasaría ante sus actos? Renegaba con su madre por encargarle justo a Aemond, de entre todos, ir tras las pistas de donde podrían estarse ocultando los jóvenes. Como si esa misión fuera a durar unos días. ¡No! Ya iban más de dos meses y ni su esposo ni padre daban indicios de saber dónde podrían estar Aegon con Rickon Stark. Y Aemond sin dar luces de regresar. Eso lo ponía mucho más molesto todavía. El entre todos sabía cuando iba a nacer el bebé y ni siquiera envió una carta en respuesta a las muchas que le envió recordando que por esas fechas daría inicio a su preparación de parto.

Nada. Ni una respuesta.

Daba gracias a los dioses que Aegon no estuviera en el castillo porque lo mataría por quitar la oportunidad a Aemond, como a su bebe, de estar juntos el día del nacimiento.

Con cuidado acarició su vientre, tratando de respirar lento y no dejar que su enojo altere mucho más el doloroso anuncio de que su bebe nacería en cualquier momento. Y Aemond no estaría ahí para abrazarlo ni cargar a su bebe como hizo con los anteriores alumbramientos. Se apoyó en el barandal de la cama, aguantando otra contracción. Golpearía muy fuerte a su hermano apenas pusiera un pie en la Fortaleza Roja.

-Onuris ya viene -dijo Helaena, ingresando a su recamara, trayendo consigo a una de las criadas. Lya o Aryam, no estaba seguro, las gemelas que lo apoyaban con sus hijos, eran un amor de personas, que siempre estaban ahí para ellos. Pero en ese momento lo que menos quería era a más personas en esa habitación que no fueran Aemond.

-Gracias, tía. ¿Sabes algo sobre la búsqueda o Aemond?

-No te atormentes con eso. Ahora solo piensa en que pronto tendrás a tu bebe -aconsejo, tomando una de sus manos entre las suyas, sonriéndole con cariño.

Lucerys agradeció que su tía hubiese decidido quedarse a su lado en esos días difíciles, en vez de continuar con la búsqueda de aquel sobrino problemático. Faltando a una orden directa de la Reina que no dijo nada ante su declive y falta de palabra. Si ella hizo eso, aun no entendía porque Aemond no había vuelto para estar a su lado.

-Es difícil con este dolor -dijo volviendo a caminar por la recamara, respirando de forma pausada, tratando de distraer a su mente de lo que pronto estaría por vivir.

Aún tenía el recuerdo fresco de la sangre manchando sus manos cuando sostuvo el pequeño cuerpo de su hijo nonato. Negado a la vida como pago por su descuido. Privado de crecer rodeado de amor. Volvió a acariciar su vientre. Eso no le pasaría a este bebé. El nacería bien, sano, afortunado de tener a sus padres y hermanos que lo esperaban con ansias para abrazar y dar todo el amor que al otro se le negó.

-Pronto beberás raíz de medianoche y el dolor habrá desaparecido -Helaena se movía en torno a la cama, acomodando todo para su comodidad. La criada la asistía en silencio.

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