Aún no podía creer lo que vio. Era como si se tratara de una broma. Que clase de atracción provocaba esa chica dorniense, que no solo tenía la atención de su hermano, sobrino y de sus hijos, sino que también atrajo la de Cregan de aquella manera. Es que parecía una broma de pésimo gusto. Algo que solo inventarían las sirvientas para su disfrute personal. Pero no fue un rumor que escuchó de esas mujeres, sino que él fue testigo de lo ocurrido. Aún no se podía quitar la imagen de su cabeza, y se volvió a preguntar, ¿qué había visto Cregan en ella para tomarla de aquella manera?
No le bastaba con imponer un acuerdo ridículo de la boda de su amada Jaehaera con su sobrino, y andar tentando a su amado Corlys, como para permitirle semejante atrevimiento. Ahora entendía a Aemond y Lucerys. Al menos ellos fueron astutos y supieron alejarse a tiempo. Antes de que la amada Reina propusiera un banquete en honor a ese compromiso y lo avisará a los Siete Reinos como si de una festividad se tratara. Amaba a su hermana, en serio lo hacía, pero las decisiones que había estado tomando en el último año, eran demasiado cuestionables. Si Aegon fuera igual que su madre, planearía la forma de acelerar el proceso de coronación de Jacaerys y lo sentaría en el trono de hierro. Calificándolo como acto para el puesto.
Volteo a ver a su amado esposo, que ayudaba a Aenys a mantener la espada firme en su mano, viendo como su pequeño hijo reía divertido a lo que sea que le dijeran. ¿Qué sabría Jacaerys de gobernar un reino? Se había dedicado a ser buen padre y no se preocupaba por cosas como esas.
Aegon suspiro. Era mejor dejar las cosas como estaban, Rhaenyra sabía el porqué hacía las cosas —como siempre se lo repetía Jace — y no sería fácil tomar un cargo tan pesado como ese. Mejor dejar gobernar a su hermana un par de años más, mientras ellos se capacitaban para la tarea.
Claro, aún le quedaban los miembros del consejo a los que podía convencer en su apoyo para anular ese compromiso. Que se realizará ese banquete, en primer lugar, no garantizaba que la boda vaya a realizarse a futuro. Debía continuar ganando aliados para salvar a su niña de algo tan atroz como la boda con un dorniense.
—¿Lo viste, papá, lo viste?
Volvió a enfocar la vista en Corlys, que había vuelto a dar la flecha en el blanco, festejando por su logro de lanzar más de tres flechas y todas dirigirlas a su objetivo.
—Así se hace, pequeño. Y si ahora me muestras como es con la ballesta.
Su hijo aceptó y fue a buscar el arma, para comenzar a recargar.
No iba a negar que siempre estaría agradecido con Daeron y Joffrey por enseñarle esa alternativa a su pequeño. Y más en ese entorno violento donde aprendes a defenderte de alguna forma o terminas siendo el blanco de todo el maltrato que puedas recibir. Aegon en su momento fue víctima de mucho maltrato por parte de su abuelo y madre, y no iba a dejar que sus hijos vivieran lo mismo que él. Así los responsables de su trauma ya no estuvieran cerca, eso no quita que otros podrían aparecer con la misma intención de lastimar a sus niños, y qué mejor forma de impedirlo si sabían como defenderse.
Joffrey le había gritado, restándole importancia a la amenaza que era la dorniense para su hijo y su familia —la demostración que dio en la cena que se realizó en su nombre fue prueba suficiente para temer —, que era un mal padre. Que sólo inculca violencia en sus hijos. No era del todo cierto, y hasta el mismo Jacaerys entendió cuando lo hablaron en la intimidad de su recamara: no permitiría que nada ni nadie se aprovechara de sus hijos. Y como él no sería eterno para protegerlos como le gustaría, pues, les ofrecía el mejor de los regalos: saber como defenderse y no dejar que nadie los lastime.
Y si para eso debía volverlos crueles y violentos, lo haría.
Claro que su sobrino y hermano le mostraron que había otra forma de impartir esa enseñanza, así que lo aplicaría. Por eso Jacaerys estaba a su lado, velando por que sus niños aprendieran lo mejor posible el uso de las armas, viéndolo de forma divertida. Y hasta ahí llegaba el cariño que les podía tener, ya que saber que ambos —Joffrey — fueron los responsables del acuerdo con las dornienses, solo le provocaba disgusto y ganas de querer golpearlos por tal atrevimiento contra su casa y su familia. Por mucho que Rhaenyra estuviera conforme con eso. Ellos no lo estaban.
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Consejos poco Prácticos
FanfictionAemond esta harto de que Jacaerys le hable de Aegon. Así que en su último atisbo de paciencia, aconsejara a su sobrino de como puede conquistar al idiota de su hermano. Fic Lucemond y Jacegon