VI

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—Buenos días, Armin —saludó Eren mientras se colocaba de nuevo bien el cuello de su camisa y abrochaba los botones que descansaban en los puños de su blanca camisa.

No estaba seguro si Armin había escuchado cómo había gruñido su nombre entre maldiciones, pero tampoco le importaba mucho, ya que era obvio que Eren quería hacerle mil cosas al rubio.

—B-b-buenos días, se- —Armin abrió mucho los ojos al recordar lo que había pasado la noche anterior y lo que el castaño le dijo acerca de aquella palabra. Sus mejillas ardieron con vergüenza y llevó su mirada hacia sus pálidas manos, que jugaron entre ella por un corto periodo de tiempo, mientras el rubio pronunciaba un suave' Eren' para corregir su anterior error.

El nombrado sonrió de medio lado, como solía hacer, viendo como el de ojos zafiro se coloreaba de un intenso rojo y evitaba sus verdosos ojos.

La verdad es que los recuerdos Armin estaban muy borrosos. Sus voz sonaba lejana y un tanto distorsionada, pero las imágenes, por muy borrosas que estuvieran, le daban a entender lo ocurrido ayer. Su memoria no servía de mucho, ya que la última parte la había olvidado por completo, solo recordaba hasta cuando sus labios formularon la palabra 'Señor' con picardía.

Su corazón se aceleró de sobremanera en su garganta y sus manos temblaron cuando un pensamiento cruzó su mirada. Sus enormes ojos volvieron a la figura del moreno, que se estaba peinando un poco con los dedos, y su mirada cayó sobre la marca oscura que descansaba en la mandíbula del adulto.

—Ay, Dios —susurró para él mismo, llevando sus pequeñas manos hasta sus mofletes para intentar bajar la temperatura de estos.

Escuchó la gruesa risa del moreno y sus vellos se erizaron. El estómago de Armin dio un vuelco y mariposas revolotearon por él, mandando corrientes eléctricas por toda la complexión física del rubio, haciendo que sus dedos picaran y que tuviera que agarrar con afán las sábanas que descansaban a su alrededor, tapando sus piernas, ya que se había enderezado.

—Eren —murmuró el adolescente, uniendo su mirada con la verdosa del de tez aceitunada. Este le respondió con un '¿Mhm?' distraído mientras se recolocaba la corbata y observaba al menor a través del cristal del espejo—¿Tuvimos ayer... -dudó unos segundos con las mejilla encendidas y el corazón el la boca, pero finalmente suspiró tembloroso y comenzó de nuevo a hablar—sexo?

La habitación se sumió en un profundo silencio, tan pesado como un elefante portando un collar de melones. Era tan denso y asfixiante, que Armin se removió en la cama con incomodidad, escuchando la voz alterada se Sasha preguntándole a Connie que dónde había ido el rubio.

Finalmente Eren rompió la tensión y comentó con un tono demandante mientras se giraba para mirar al e ojos zafiro directamente:

—Levántate

Un poco confundido y aturdido, el adolescente se apartó con lentitud y cuidado las sábanas que cubrían sus piernas y sacó ambos pies a la vez, poniéndose en pie pausadamente. La sangre se acumuló en sus mejillas al percatarse de la ropa que llevaba e, incluso si la camiseta le tapaba prácticamente todo por lo larga que le quedaba, el rubio tiró de ella hacia abajo, juntando sus piernas con nerviosismo y muy avergonzado.

—Acércate —ordenó con un tono gutural, apuntando con su dedo índice el suelo que descansaba enfrente suya.

Armin, con las piernas temblándole como si de un pollito se tratara, camino con pasos pequeños hacia el gran cuerpo del moreno, que no despegó su fogosa mirada de la esvelta figura del rubio.

Sus cuerpos estaban a centímetros y sus miradas conectadas. Un latigazo de calor recorrió la médula espinal del de ojos zafiro y sus dedos cosquillearon con deseo, sintiendo su respiración atascándose en su garganta por la cercanía y sus sentidos siendo intoxicados por el poderoso olor a perfume que la imponente figura del moreno desprendía.

Desire || Eremin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora