XII

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[Está sin revisar así que tendrá bastantes errores]


El sábado llegó después de haber esperado por algunos largos e interminables días. Eren, la noche antes de la mañana de aquel día, le había mandado un mensaje al rubio diciéndole que debía de estar en su casa por la mañana y que no se preocupara por Sasha, ya que esta se había ido a pasar el fin de semana a Alemania junto a su abuela Carla. Supuso que el moreno había encontrado su número de teléfono buscando entre los contactos de su hija.

Cuando llegó al porche de la enorme mansión de el señor Jaeger notó como sus manos comenzaban a temblar con nerviosismo y como su respiración se atascaba en su garganta, haciendo que comenzara a sudar frío y mientras intentaba tranquilizarse. Agarró aire con determinación y, sin ponderarlo mucho más, empezó a caminar en dirección a la puerta que daba a la entrada de la casa. Con el dedo índice presionó el botón del timbre y pudo escuchar como resonaba por toda la mansión, haciendo que apartara aquella parte de su cuerpo de el aparato metálico. A los segundos la puerta se abrió automáticamente, permitiéndole al rubio penetrar el umbral, siendo recibido por el aroma impregnado en las altas paredes del lugar. Como aún el clima era cálido dentro de la viviendo el aire acondicionado estaba puesto y eso le produjo a Armin una sensación muy agradable, haciéndole suspirar contento, como un perrito cuando le dan una de sus chuches.

El único sonido escuchado por aquel lugar eran los zapatos del adolescente cuando caminaba hacia delante con lentitud. Se sentía extraño, pero no de un mala manera, sino de una excitante forma, como si todo su cuerpo ya estuviera al tanto de que ese día su sueño más deseado se haría realidad y es que no podía detener sus pensamientos, que volaron por alrededor de su cabeza, prestándole imágenes de él imaginándose siendo follado contra la pared, o en la ducha. ¿Era posible hacerlo también en el suelo? ¿Y en la cocina? ¿Cuáles eran las posibles posiciones?

El chirrío de una puerta y el suave tamboreo de unos zapatos contra el suelo le hicieron salir de su trance y, con las mejillas colorados y el corazón latiéndole desenfrenado en su pecho, se estiró, echando sus hombros hacia atrás esperando poder ver la figura de Eren emerger por aquel ancho pasillo. Pero en vez de eso, cuando levantó su mirada de el suelo, sus azulinos ojos chocaron contra los castaños el Jean, que sonrió de medio lado al ver al pequeño rubio enfrente suya, con unos pantalones cargo que se aferraban ben a sus curvas y portando una camiseta morada corta, que dejaba al descubierto parte de su abdomen y la curvatura de su cintura. Unas Converse azules ocultaban sus pies t portaba su cabellos en un moño desordenado no muy abundante, ya que no tenía las hebras tan largas, solo rozaban un poco con la mandíbula

-Armin -llamó el adulto una vez hubo terminado de repasar la figura del menor con ojos hambrientos.

Por mucho que al rubio le molestara admitirlo, él había hecho lo mismo.

-Hey, Jean -saludó tímidamente el más bajo de altura, sintiendo como su cuerpo quemaba por cada sitio en el que los afilados ojos del mayor se habían paseado.

-Te ves lindo -aseguró el de cabellos de color arena mientras señalaba el cuerpo del de dorados mechones con su dedo índice.

-G-gracias, tú también -respondió un poco abrumado por el repentino comentario.

El mayor sonrió complacido y humedeció sus labios pausadamente, introduciendo una mano en el bolsillo de su pantalón de color negro.

-¿Qué haces aquí? Creo que Sasha se ha ido a Alemania para pasar el fin de semana con su abuela -inquirió acercándose un poco más al rubio, que tuvo que derramar su cabeza hacia atrás para poder observar su rostro al completo. La diferencia de altura era más que notable.

Desire || Eremin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora