XIII

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La respiración del castaño chocó sin pudor alguno contra el pómulo del de cabellos dorados y este último no pudo evitar estremecerse. Sus vellos se erizaron cuando la suave piel que componía los dedos del más alto de posaron en su cadera y le proporcionó un muy lento apretón mientras pegaba más su torso contra la espalda del adolescente.

-¿Sabes lo mucho que me pones? -susurró seductoramente el adulto mientras posaba sus labios por las mejillas del más bajo, dejando un pecaminoso caminito de húmedos besos hasta llegar a la curvatura de su cuello, sonde pellizcó con sus blancos dientes aquel tejido.

Un latigazo de placer recorrió el cuerpo de Arlet y gimió, derramando su cabeza hacia atrás dándole mejor acceso a los labios de Jeager. Él último no desaprovechó la oportunidad y, con su mano libre, agarró las largas hebras rubias del pequeño para apartarlas, ya que el moño se había deshecho cuando tironeó de éste en el pasillo. Succionó y pasó su legua por las marcas rojizas que estaba creando en la porcelana piel de aquel chiquillo, quien jadeaba y gemía con los ojos cerrados, sintiendo en la parte baja de su espalda la dolorosamente obvia erección del mayor.

Sonrió con un poco con las mejillas coloradas y, aprovechando que el castaño estaba muy distraído atacando el su cuello, movió sus caderas hacia atrás hasta conseguir que sus nalgas se presionaran contra aquel pene. Estaba tan duro.

Eren gruño en respuesta y Armin se lo tomó como una iniciativa para comenzar a arrastrar sus caderas hacia los lados creando fricción entre ambos cuerpos.

-No sabía que actuarías como una putita, Armin -comentó mientras los guiaba hacia aquella enorme cama de sábanas rojo pasión y almohadas negras.

El rubio jadeo en respuesta, amando de una manera muy retorcida aquel apodo que había utilizado.

-¿Te pone que te llame putita? -habló el mayor mientras empujaba el frágil cuerpo del más bajo hacia la cama. Éste cayó y se colocó boca arriba mientras levantaba la mitad de su cuerpo con ayuda de sus codos, que los hundió en el colchón como soporte, observando como el mayor comenzaba a deshacer lentamente su camisa. Al rubio no le agradó esa acción, así que se posicionó de rodillas en el borde del la cama.

-Por favor, permita que yo haga eso -rogó señalando con el dedo índice la prenda de ropa a medio quitar. Y lo dojo tan suavemente y con un tono tan inocente, que la polla del castaño dio un tirón, aclamando ser atendida.

-No -denegó la petición con un tono tajante, haciendo que los belfos del rubio hicieran un pequeño puchero.-, tú mejor encárgate de esto -ordenó, apretando con una de sus manos su propio pene, que dolía de lo erecto que estaba.

Armin se relamió los labios cuando paseó sus ojos hacia donde los dedos de Eren habían guiado su mirada. Venía preparado. Podía hacerlo, le haría la mejor mamada de la historia.

Asintió suavemente y se colocó sobre sus rodillas y antebrazos en posición de perrito, dejando a la vista la curvatura de su cintura y su gran culo. Eren paseó una de sus manos por la espalda del menor y éste llevó sus largos dedos hacia el cierre del pantalón que traía puesto el adulto. Mientras lo deshacía, con una habilidad impresionante. el castaño se inclinó un poco más hacia adelante, acariciando las nalgas del adolescente por encima del pantalón y se imaginó que estaban descubiertas con un hilo de alguna lencería cara y caliente completamente escondido entre estas.

Eren era un hombre se gustos amplios y variados, pero lo que más le ponía eran los conjuntos de ropa interior calientes junto a algunos tacones y pintalabios rojo fuego. ¿Quién había decidido que los tacones y el maquillaje estaba hecho solo para las mujeres? Al castaño lo que más le estaban excitando era la imagen mental de las piernas de Armin al descubiertos mientras que sus pies estaban embutidos en unos tacones y sus gruesos labios coloreados del más profundo carmín. Todo sumándole al asunto que el pequeño estaba descendiendo sus pantalones con afán mientras acariciaba sobre la tela azulada de sus calzoncillos su duro aparato, proporcionando lentas caricias y apretones mesurados.

Desire || Eremin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora