II

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—Estás más rojo que un tomate —Fue lo primero que dijo Sasha cuando el rubio penetró el umbral de la puerta que daba a la habitación de la castaña.

Esta no era para nada pequeña, es más, tenía incluso un balcón con una mesita donde a veces cenaban. Una cama enorme descansaba en medio de toda la estancia y las paredes estaban decoradas con pósteres e imágenes de la castaña con algunos amigos. Había pegada luces que se podían cambiar con un control remoto o el móvil y también descansaba un escritorio con un ordenador de último modelo. Unas puertas blancas incrustadas en la pared daban a un espacioso armario donde estaban todos los ropajes de la castaña, más los zapatos.

La de ojos color ámbar había puesto un poco de música y ya había abierto el paquete de patatas y volcado en el cuenco azulado.

Armin se tocó los mejillas con las manos temblando por su último encuentro con el hombre más atractivo que había visto en toda su vida y se percató de que el tejido que constituía estas ardía de una muy evidente manera.

—¡Uhhh! Ya sé ¿te ha escrito alguien cositas...prohibidas? —indagó Sasha con entusiasmo, acercándose mucho a su rubio amigo cuando este se sentó en el suelo con las piernas cruzadas en forma de indio.

—¡No! —chilló Armin, con las mejillas aún más coloradas que antes. No entendía muy bien a qué se refería Sasha con 'cosas prohibidas', pero tenía claro que nadie le había escrito nada.

La castaña se quedó un momento pensativa sin decir nada, observando silenciosamente como el de pálida tez comenzaba a sacar de una bolsa marrón todos los materiales necesarios para comenzar con la maqueta. Debían de hacer un pene con todas sus partes explicadas más la información adicional sobre las enfermedades por transmisión sexual.

—Me acabo de dar cuenta de una cosa —comentó Sasha después de haber estado en silencio por más de cinco minutos. Ayudó al rubio a comenzar a crear el trabajo pedido mientras continuaba platicando.—Nunca te ha gustado nadie, que yo recuerde —terminó de hablar la castaña, introduciendo una papita frita en su boca para, seguidamente, comenzar a masticarla de una ruidosa manera.

Armin se tensó un poco y no se atrevió a mirar a su mejor amiga, que continuaba mirando distraídamente al rubio de vez en cuando.

—Yo...creo que son más importante mis notas. Una relación solo me distraería —explicó el pequeño, sacando el cartón y comenzando a recortarlo con forma de rectángulo para escribir los nombres de cada parte del pene.

—Ya, ya, pero es que que te guste alguien no significa que vayas a entrar en una relación con esa persona. Puedes mantenerlo en secreto y ya está. Así es como funcionan estas cosas, Armin: Tienes un crush, se lo dices a tus amigos y fantaseas con esa persona o lo que sea —explicó suavemente la castaña, tragando la comida que continuaba en su boca

<<Pero ¿Cómo quieres que te diga que estoy enamorado de tu padre?>> Pensó el rubio apretando los labios mientras achinaba sus ojos intentando que su recorte quedara perfecto.

—No sé, Sash, simplemente no me siento atraído por nadie en estos momentos —dijo Armin cuando hubo terminado con las tijeras. Agarró los apuntes de biología que estaban colocados en el suelo, justo al lado de las bebidas, y observó la imagen del aparato reproductor masculino. Comenzó a escribir los nombres de cada parte en los rectángulos de cartón que él mismo había cortado.

Sasha suspiró frustrada y observó por unos cortos segundos a su amigo, esperando pacientemente a que este dijera algo más, cosa que no hizo. La castaña se hartó de esperar y comenzó a hablar de nuevo.

—Armin ¿Eres gay? —preguntó sin más rodeos la de cabellos avellana.

El rubio levantó la cabeza con muchísima rapidez, sintiendo su cuello doler por el repentino movimiento.

Desire || Eremin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora