Twelve

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Aaron Rivera

Una semana desde mi accidente y aun mi cuerpo dolía.

-Alex te dije que no- saque de su boca su juguete

Estaba preparando su maleta para irnos hacia la carrera de NASCAR.

Ahora que mi auto había quedado en nada, tenía que al menos ir allá y utilizar el nuevo auto.

-¡Ah!- me queje cuando me mordió mi brazo

Se separo mientras me miraba como si no hubiera hecho nada.

-Debes hacerte cargo de tus consecuencias- tomé su mano y la mordí sin lastimarlo

En segundo el apartamento se llenó de su llanto.

-Lo siento- mire al techo para tomarlo en mis brazos

-No puedo bajarme a tu nivel- me golpee mi frente mientras intentaba calmarlo

Cerré una de las maletas que tenía las cosas de Alex.

La otra era un poco más grade, llevaba un poco de mi ropa y más pañales para mi hijo.

Volví a verificar que todo estuviera en orden.

Sali de mi apartamento con mi hijo quién caminaba empujando un poco su maleta.

-Suaves que te caerás- lo agarre mientras intentaba que el tomara mi mano, pero él solo empujaba su maleta

-Eres terco como una mula-

Pedí el elevador.

-Ven- lo senté en mi maleta mientras me mantenía detrás de él para que no se callera.

Cuando el elevador llego me sorprendí de ver a la chica de la otra vez.

-Buenas tardes- dijimos a la misma vez

Ella era hermosa, sentía que la conocía de algún lado, pero no sabía de dónde.

-¿De viaje?- rompí nuestro silencio en el elevador

-Si ¿y tú?- señalo mi maleta

-Igual-

El elevador se detuvo para que entraran más personas

Acomode la maleta en donde estaba mi hijo más cerca de mi

Cada segundo se iba llenando un poco más.

Todos salimos del elevador caminando hacia el estacionamiento.

Volví a apreciar su auto mientras subía mis maletas.

En definitiva, le envidaba ese auto.

-Vamos que llegaremos tarde al aeropuerto- subí a mi hijo

El equipo nos esperaba allí.

Conduje con cuidado hasta el aeropuerto.

Dejé mi auto en uno de los estacionamientos del aeropuerto y me fui corriendo con mi hijo para no perder el avión.

-Dios niño nos mataras del susto de nuevo- sonreí a la esposa de Julio

Su nombre ya me lo aprendí al fin.

-Lo siento Emilia- sonreí con mi hijo en brazos

Había dado la corrida de la vida.

Eran cinco horas de vuelo y solo pedía que mi hijo se portara bien.

Los ayudantes de vuelo nos ofrecieron galletas y jugo o agua.

Julio iba en la fila al lado mío.

-Dios compórtate, nos regañaran- lo mire mal cuando hacía que mi hijo se riera gritando

Por mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora