Sabía que le iría muy mal. La cara de su padre lo decía todo.
—¡¿Cómo se te ocurre decir que no?! —le gritó su padre.
—Yo no me pienso casar. Ni siquiera lo conozco —le dijo Elara con bastante coraje a pesar que temía por su suerte.
—¡¿Sabes la vergüenza que me haz hecho pasar?! —le gritó—. Victor me pidió casarse contigo, ¡Y tú simplemente te niegas!
La cara de su padre parecía iba a reventar de la ira. Estaba rojo por completo, sus ojos parecían dos abismos color café que se la tragarían, las venas de si cuello y frente sobresalían, casi parecían que palpitaban circulando sangre hirviendo.
—¡¿Y casarme para qué?! —exclamó Elara—. ¡Yo no quiero eso!
—Por que tú quieras —dijo Jacob a manera sarcástica—. ¡No es lo que tú quieras, es lo que yo diga!, ¡Te casas por tu bien! —le gritó.
—¿Por mi bien?, Por mi bien es que me niego. Yo no quiero eso —insistió.
—Tu no sabes la oportunidad que dejarías escapar, ¡Tu no sabes nada! —gritó bastante alterado.
—¿Qué yo no sé nada, padre? Sé más de lo que cree, sé que ha estado negociando con Víctor como si yo fuese un pedazo de tierra o una yegua más de su propiedad —acusó Elara—. Yo no tengo conveniencia en eso, por eso me niego.
—¡Te conviene más de lo que crees! —reiteró.
—¡Usted lo que quiere es más poder!, ¡Quiere por medio de mi, tener los bienes de otro!, ¡Más tierras, más plata, más de toda esa porquería!, ¡Yo no soy un negocio!
Elara hubiera seguido, pero una bofetada en su mejilla izquierda la silencio. Fué un golpe que sonó bastante fuerte y dolió tanto como la poca piedad con la que su padre se la propinó.
—¡Ya basta!, ¡Ya cállate! —le ordenó.
Elara llevó su mano izquierda a su mejilla y volteó a verlo a los ojos. Desconocía al hombre que acababa de golpearla. Nunca en su vida le había levantado la mano a ella o a Elizabeth; nunca pasaba de una reprenda y un castigo, pero rebasó todo nivel que esperó de su padre.
Iba a llorar, no por el dolor, no por el enojo que le causó que su padre le levantara la mano, sino que por verse acorralada, débil, sentirse frágil delante del carácter de su padre en ese momento. No dejó escapar las lágrimas, solo las retuvo dejando sus ojos vidriosos con la mirada puesta en la de su padre que la miraba con ira.
—Mi error más grave fué este —dijo Jacob sin disimular su cólera—, nunca corregirte, nunca darle importancia a tus insolencias. Te dejé hacer todo lo que querias y de tí solo conseguí una muchacha altanera y desobediente. ¡Me decepciona!, ¡Me decepciona lo que hice de tí!
—Me dejó hacer lo que yo quería para no tener que lidiar conmigo y con Elizabeth. Era más fácil hacerlo así antes de hacerse cargo. Talvez Elizabeth agacha la cabeza y obedece callada, ¡pero yo nunca seré así! —le dijo sin apartar la vista de él.
Jacob levantó su mano con intención de propinarle otra bofetada a Elara, pero la dejó suspendida en el aire, sus dedos se engarrotaron de la rabia y seguidamente tomó a Elara del brazo con fuerza para jalarla a él.
—¡Agradece que con ese maldito carácter tuyo un hombre sigue interesado en tí, porque de no estar Victor, no le servirías a nadie como esposa! —le gritó en su cara.
Cuánto dolieron esas palabras; fueron como un navajazo directo al corazón.
—A usted nadie lo obligó a casarse. Ni siquiera obligó a mi mamá —señaló Elara.
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Fenómenos
FantasyElara en un principio es secuestrada por un circo de Fenómenos fuera de lo común. La situación deja de parecer un secuestro cuando la dejan el libertad y tras volver a casa descubre el horrendo plan que tiene su padre para con ella. Tras su descubri...