Capitulo -15: Falta El Cadáver.

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—Tranquilo, señor Dankworth —el policía se interpuso entre el camino de Jacob al leñador—. No estamos seguros de lo que hablan.

—¡Por eso deben darnos una explicación! ¡¿Qué es lo que vieron?!, —les cuestionó Jacob sin dejar de lado su ánimo exaltado.

—Sangre, mucha sangre. Eso es un asesinato. Es una escena horrible —respondió el leñador padre.

—¡¿Y como saben que es Elara?! —siguió Jacob con el corazón apretado de la angustia y ansiedad.

—No lo sabemos, pero es una posibilidad —dijo el leñador más joven—. Esa muchacha es la que desapareció; nunca desaparece nadie, nunca asesinan a alguien. No pueden haber dos ocasiones seguidas —alegó; era el que estaba más compuesto de los dos. Su padre parecía en estado de shock.

Las palabras de ese leñador solo agitaron aún más las aguas calmas en Jacob, solo dejando un lago de incertidumbres, miedos y preocupaciones. 

—¿Cómo han encontrado la escena? —cuestionó el policía—. ¿Cómo han llegado a allí?

—Íbamos por leña, como cada comienzo de semana, y al entrar al bosque... —el leñador padre apretó los párpados, la escena estaba grabada en su memoria y difícilmente olvidaría jamás— vimos todo... Un demonio... alguien sin piedad tuvo que hacer tal atrocidad. 

Víctor y Jacob, como también el policía, prestaron atención a las palabras de los leñadores. La cara de espanto y hasta de asco, estaba apoderada de sus rostros. Difícilmente dormirían esa noche sin que la escena los atormentara.

—Guíanos al lugar —intervino Víctor, antes de que Jacob pagara sus angustias y frustraciones con el pobre leñador.

El leñador joven se quedó mirando a Víctor un momento sin parpadear. Talvez no esperaba esa petición de parte de esos hombres, los cuales desconocía que eran quienes buscaban a la muchacha desaparecida. Por eso su extrañeza.

—¡Vamos!, ¡Hazlo!, ¡¿No haz escuchado, muchacho?! —exigió Jacob al ver que el leñador joven no hizo movimiento alguno.

—Vamos —apoyó el policía. Así fué cómo el leñador asintió—. Solo perdemos tiempo aquí conversando. Llevamos si es que es verdad lo que dicen.

—Lo haré, les mostraré el camino, pero no me hagan entrar a ese lugar de nuevo —rogó el leñador joven.

El policía asintió y fue hasta su auto, seguido por los leñadores que algo en contra de sus voluntades, entraron al vehículo. Jacob subió al auto de Víctor, quien antes de subir silbó con agudeza llamando la atención de Vincent y Christopher una cuadra más abajo. Tanto su padre como hermano lo miraron, y Víctor les hizo una seña con la mano de que se acercaran rápido; y lo hicieron.

—¿Qué sucede? —preguntó Vincent cuando llegaba.

—Encontraron algo en el bosque —les dijo Víctor con el semblante decaído.

—¿Es ella? —preguntó Christopher.

—Ojalá que no —respondió Víctor antes de entrar al vehículo—. Vamos tras ellos. 

El auto del policía arrancó y detrás lo siguieron Víctor y Jacob, y en otro vehículo Vincent y Christopher. Al doblar en la esquina, el policía bajó las ventanillas sin detenerse para hacer unas señas a un grupo conformado por tres policías que se encontraban interrogando en las calles también. De inmediato, los policías dejaron la tarea de lado  para correr a sus vehículos y seguirlos en una pequeña pero veloz caravana compuesta por cuatro automóviles.

El bosque no quedaba lejos, a unos quince minutos cuando máximo, pero llegaron en menos de diez por la velocidad con la que conducían. Sin embargo, esos cortos minutos se le hicieron eternos a Jacob y Víctor, dándoles tiempo para que los miedos crecieran en ellos, para que la ansiedad se desarrollara con mayor fuerza y para que una sensación extraña, un mal presentimiento naciera en ambos (más que todo en Jacob), y se depositara en sus gargantas creando un nudo que dolía. Todo eso era angustiante.

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