Capitulo -11: Noche De Horror.

165 40 19
                                    

Cómo la primera vez que el circo dió un espectáculo, esa noche estaba igual de llena de personas que esperaban expectantes a qué comenzara pronto el show.

Víctor se aseguró comprar boletos en primera fila para ver la función en compañía de su prometida y futura cuñada. Los tres parecían estar ansiosos porque empezara, más que todo Elara, quien apretaba su falda entre sus manos y miraba a su alrededor como si buscara a alguien entre la gente o en algún otro lugar de esa carpa.

Los murmullos de la gente se escuchaban como una colmena de abejas alborotadas, las cuales fueron calladas súbitamente al apagarse la luz de todo el lugar.

—Bienvenidos sean, osados —una luz apuntó al centro—. Entraron por vuestra propia voluntad, y están próximos a ser testigos de los fenómenos más peculiares que la naturaleza a creado para sorprender al ojo humano. ¡Tengan cuidado! —exclamó el maestro de ceremonia—. Si pestañean, si cierran los ojos por un solo instante, podrán perder de vista a nuestras impactantes criaturas. ¡Porque no!, ¡No son mentiras lo que sus ojos están por apreciar! —advirtió creando emoción e incrementado la expectativa en el público.

El maestro de ceremonias hizo una pausa y se encaminó hacia las grandes y altas cortinas rojas al fondo del centro, seguido por la luz que no se apartaba de él.

El corto discurso del maestro de ceremonias cambió un poco a cómo recordaba al de la vez pasada.

—Sin más preámbulo, les presento a los hermanos más fuertes que han pasado este mundo... —se detuvo en frente a la cortina—. ¡No sé asusten!, ¡No desvíen la mirada! Estos hermanos poseen algo que los hace especiales. ¡Juzguen ustedes mismos!, ¡Billiett y Charup! -apuntó hacia las cortinas con su bastón.

Las cortinas se abrieron y como soldados imponentes seguidos por la luz, los gemelos se posicionaron en el centro de la carpa entre los murmullos asombrados del público. Todas las luces se encendieron, y junto a ellos, habían dos largas bancas.

Los gemelos se detuvieron en el centro un momento, solo mirando a las personas en el público como si buscaran algo perdido. Billiett colocó sus manos en sus caderas y fue hacia el público.

—Ven conmigo —tomó a una muchacha pelinegra de entre el público sin darle oportunidad de decir sí o no—. Tú también -
—apuntó a otra un poco regordeta de cabellos rojos y cara pecosa.

Llamó a otra más moviendo su dedo, era Elizabeth. La muchacha miró a los lados asegurándose de que fuera con ella.

—Sí, tú —le afirmó Billiett.

Elizabeth parecía emocionada por ser usada en un espectáculo. Se levantó de un salto y junto a las otras dos muchachas, siguieron al hombre de apariencia felina hacia el centro.

Charup lo miraba de brazos cruzados mientras las tres muchachas se sentaban en la banca. Todos en el público fueron presentes como aquel hombre delgado de apariencia felina levantaba con amabas manos esa banca sin ningún esfuerzo, luego quitó la izquierda solo sosteniendo con una de sus manos, fanfarroneando con su hermano que no eso no era nada.

Ni corto ni perezoso, Charup corrió hacia el público, mientras su barriga rebotaba con gracia. Tomó a cinco muchachas de entre el público y se las llevó, repitiendo la acción de su hermano gemelo.

—¡¿Cinco jovencitas?!, ¡Eso es imposible! —exclamó un hombre entre el público.

Billiett hizo una mueca de disgusto, bajó la banca con las tres muchachas sentadas, y fue hacia el público. Se paró en medio de las gradas, vió a un señor bastante gordo y se lo llevó, también a una señora que parecía iba a reventar de lo regordeta que era.

Fenómenos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora