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Oscar

Si algo que odio es ser controlado y más cuando intentan prohibirme cosas, soy un puto adulto y hago lo que se me antoje sea bueno o malo. soy libre de decidir qué haré con mi vida, pero mis hermanos mayores no entienden eso.

—Oscar, sabes que es peligroso esas cosas ¿Sabes que pasara si los policías puedan atraparlos en unas de esas carreras?— Camillo estaba cruzado de brazos frente de mí.

Estábamos en el despacho de Leonardo, los tres me sermoneaban por mi estilo de disfrutar.

—Pues ir a la cárcel— Digo simple —Tampoco es que me den mucho tiempo en cárcel—

—No hablo de eso, hablo de toda la puta reputación de la familia, el orgullo de mi padre, la preocupación de nuestras madres— Ruedo los ojos ya harto de esto —¿No te preocupa nada de eso?—

—Ya le faltaba una mancha a esta familia— Suspiro.

—No me hagas tomar cartas sobre el asunto, Oscar— Habla Leonardo —Todo esto está mal y lo sabes. Estamos cansados de tu comportamiento, siempre es lo mismo contigo—

—No me asustas, tampoco me importa si hacen algo, yo seguiré siendo asi hasta que me aburra—

—¿No has pensado en Sofia?— Miro a Amos con una ceja levantada —¿Tampoco te preocupa ella?—

—Ella sabe lo que hago, no opina y menos me reprocha sobre eso— Me inclino un poco —Nuestra mujer me ha acompañado a una de esas carreras y no se asustó en lo más mínimo—

Ellos me miran sorprendidos —Bromeas ¿Cierto?— El rostro de Leonardo se veía extremadamente molesto y rojo, yo solo asiento —¡Maldita seas! ¡Oscar no puedes llevarla a esa clase de lugar!—

—Si queremos que ella nos conozca, debe conocernos en todas nuestras facetas y llevarla a ver nuestros lugares favoritos— Me levanto —Sé que se preocupan, pero no soy un puto niño y puedo cuidar a nuestra mujer—

—¡Te prohíbo llevarla de nuevo a esos lugares, ya lo he dicho!—

Levanto una ceja —Solo mírame— Salgo del lugar.

Ignoro el llamado de mis hermanos menores, solo me centro en salir de casa y subirme a mi motocicleta. Tenía que distraerme, tenía que botar la furia que traía en mi cuerpo y una buena carrera me iba a aliviar un poco.

Al llegar al lugar veo como ya están haciendo las apuestas, preparando las motocicletas para la primera carrera. Competí en la segunda carrera ganando como siempre, había sido una carrera intensa, me fuera gustado que Sofia estuviera conmigo.

—¿No trajiste aquella chica contigo?— Volteo al ver al hombre.

Maldito, él se quería sobrepasar con Sofia la última vez.

—Parece que no te quedo claro la última vez— Termino de mi cerveza.

—Oh vamos, de seguro ella es solo un juego para ti y antes de que deseches como juguete viejo ¿Por qué no mejor me la das a mí?— Con eso basto en clavarle un puñetazo en el rostro.

Nadie hablara así de mi mujer y que bueno que no traje mi arma conmigo, sino ya el maldito tuviera tres balazos en la cara.

Él no se quedó atrás, también me regresó el golpe. Todos en el lugar veían como nos golpeamos, él tenía el rostro lleno de sangre tuvo suerte de darme tres puñetazos, pero yo le supere el triple.

Suena las sirenas de los policías —Mierda— Me alejo del tipo para subir a mi motocicleta y escapar del lugar como todos lo del lugar.

No quería regresar a casa, menos con el rostro golpeado y mucho menos porque sé que los tres ogros estarán esperándome como si fuesen mis padres. Mi único refugio es con Sofia, sé que no me dirá nada que me haga molestar o alterarme.

Mujer De Los MartileniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora