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Oscar

Salgo del salón, ya es hora del almuerzo y por fin puedo estar lejos de toda la hipocresía de las personas de este lugar. No entiendo porque todos quieren acercarse solo por nuestro dinero, estatus y obvio nuestra apariencia. Nadie ha sido verdaderamente sincero con nosotros a parte de nuestros primos, sus novias y por supuesto nuestra querida Sofia quien ha sido la más sincera de todas, importándole poco nuestro nivel social, le da igual todo eso.

Quiero verla, abrazarla y sentir ese delicioso aroma de chocolate en el que genere un vicio. Si fuera por mí la tendría todo el día en mis brazos, sentada en mis piernas mientras veo las clases y viéndola cada vez que reparo un auto. Pero no puedo hacerlo, también es de mis hermanos y ella tiene su propia vida y responsabilidades.

La ama, si, la amo con todo el corazón. Es la única persona que ha podido entenderme y aceptarme por como soy, se preocupa por mí y por mis sentimientos, me hace sentir bien y sus ojos son mi mundo entero. Y por eso no dejare que nadie la lastime.

—¡Sofia!— De lejos veo como aquel chico que Sofia abrazo hace unos días. Se le acerca con algo en sus manos y con una sonrisa estúpida en su rostro —Hola, no he podido hablar contigo, pero mira lo que te traje, es el cráneo que hiciste en la clase—

—Oh— Toma la caja con cuidado —Se me había olvidado. Muchas gracias Manuel— Le sonríe.

Odio que les sonría a otros.

—No es problema, además si gustas puedes pasarte en otra clase, nuestro profesor quedo encantado y los chicos le agradaste—

Sofia mira la caja por unos segundos —No quiero sonar mal, pero no volveré, mi pasión es la pintura así que no entrare de nuevo a tu clase. Muchas gracias por entregármelo— Se despide con otra sonrisa y se marcha a la cafetería a mi parecer.

Manuel se queda estático, sin mover ni un músculo, procesando el rechazo que mi chica le acaba de dar.

—Es mejor que te alejes de ella— Llego a su lado, este me mira con ojos abiertos —No quiero verte a su alrededor así que no te arriesgue—

—No es justo que prohíban acercarse a ella—

—Es la mujer de los Martileni, por lo tanto, es intocable para todos en el lugar— Palmeo su hombro —Ninguno de ustedes tiene esperanzas así que es mejor de esta manera. Es la única advertencia que te daré así que apréciala—

Camino hacia el comedor para ir directamente a la mesa donde se encuentran mis hermanos y nuestra linda chica.

—Amor— Besa mis labios —Pedimos tu comida al ver que tardabas— Me acerca mi bandeja.

—Gracias nena— Acaricio su mejilla con adoración —Estaba atendiendo algunos asuntos— Miro la caja —¿Y eso? —

—Es el cráneo que hice en la clase de escultura— Lo saca con cuidado.

—Eres increíble, preciosa. No sabía qué hacías esculturas— Marius mira determinadamente el cráneo —Te ha quedado perfecto—

—Mi abuela me enseño— Dice con orgullo —La pintare y la dejare en su casa ¿Les parece bien? —

—A nuestros hermanos les gustara mucho— Samuel la acerca más a él. Sé que recordó el abrazo que Sofia y ese tipo se dieron, debe estar celoso.

El tiempo de las clases concluyó de manera rápida por lo que es mucho mejor ya que me harta estar en este lugar tanto tiempo. Mis hermanos iban delante de mí con Sofia en medio de ellos mientras mantienen una conversación, es increíble lo mucho que Sofia hace que hablen. Por hoy me la robare por un tiempo, la llevare al lugar que prometí enseñarle y además debe de renunciar a su trabajo.

Mujer De Los MartileniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora