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Sofia

Después de sermonear a Samuel, me fui de nuevo a la cocina a preparar un caldo de pollo para que mi Sammy comiera y tuviera algo en su estómago. Los chicos no querían que lo hicieran, pero tuve que pelear con ellos para que me dejaran y por suerte salí ganando.

—No tienes por qué hacer eso— Volteo mi cabeza para mirar a Amos y Camillo en la puerta de la cocina —Nuestra Nana pudo hacerlo sin ningún problema—

Sonrió y regreso mi vista al caldo —Samuel me necesita, me necesita y me trajeron para ayudar entonces eso es lo que estoy haciendo—

—Aun así— Escucho la voz de Camillo —Eres nuestra invitada—

Muerdo mi labio —Me criaron de una manera diferente, mis abuelas siempre me hicieron ver como ellas cuidaban a mis abuelos, como los atendía, como les reprochaban y como los amaban, crecí y me adapté a eso—

—¿Que estarás queriendo decir con eso?— Pregunta Amos.

Apago la estufa y me volteo para verlos —Que tengo que cuidar a los hombres que están a mi lado, darle la atención y el cuidado que merecen, ya saben muy a lo anticuado— Rio un poco.

Amos se acerca a mí y pasa su mano por mi mejilla acariciándolas —¿Estas dispuesta a hacer eso con nosotros?—

—Muy dispuesta— Digo segura de mis palabras —Sé que con ustedes he tenido pocos momentos, pero quiero conocerlos, quiero llegar a ser cercanas a ustedes—

—Nos alegra escuchar eso, linda, no sabes cuánto— Camillo se posiciona al lado de su hermano y me da una sonrisa encantadora.

Me sonrojo, siento mis mejillas arder —¿Me prometen que serán más cercanos conmigo?—

—Lo prometemos— Dicen ambos al mismo tiempo.

Sonrió como tonta —Iré a alimentar a Samuel— Me volteo para servir el caldo en un plato hondo, mi sonrisa no se quitaba de mi rostro y podía sentir las miradas de ellos en mí.

—Samuel es un suertudo, tiene a una linda cuidadoras a su lado— Suelta Amos con ciertos celos.

—Tranquilo hermano, de seguro si nos pasa algo igual, Sofia nos cuidará como lo hace con Samuel ¿Cierto linda?—

Siento que mi sonrisa se hace más grande ante el apodo —Claro que sí, con todos sería igual— Me volteo con el plato en una bandeja.

Los tres subimos a la habitación de Samuel, el aun seguía recostado en la cabecera de su cama justo como lo deje y sus hermanos sentados en el sofá al lado de la cama aun viéndolo con reproche, mas Leonardo.

—A comer— Me siento con cuidado a su lado y dejo la bandeja en mi pierna para poder alimentarlo.

—¿Qué es eso linda?— Mira curioso la comida.

—Es caldo de pollo, te aliviará el dolor y podrás tener algo de comida en tu estomago— Soplo un poco el caldo que tengo en la cucharilla y lo acerco a los labios de Samuel —Es ligero y te gustara—

El mira la comida con algo de duda pero abre su boca recibiendo el caldo —Umm sabe delicioso, dame más— Se entusiasma y yo hago mi labor.

Samuel se terminó todo su caldo junto algunas verduras y pedacito de pollo, sus hermanos no dejaban de mirarnos con cierta adoración en sus miradas.

—¿Te quedas a dormir?— Fue lo primero que escuche al entrar de nuevo a la habitación después de haber llevado las cosas a la cocina.

—¿Quedarme a dormir?— Me subo a la cama quedando a su lado —Pero no tengo ropa y mañana tenemos que ir a la universidad, aunque tu deberías de quedarte a descansar—

Mujer De Los MartileniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora