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10 de octubre, 2021_

Una de las cosas que más le gustaba hacer cada vez que entraba en desesperación o simplemente quería deshacerse de cualquier problema que atormentaba su cabeza, era cancelar todas sus citas para ese día y ponerse a dibujar. Tal vez el pensar en qué tantos diseños de diferentes estilos podía plasmar a lápiz antes de que salieran de sus páginas y se crearan con sus manos y las de sus empleados, podría llegar a ser estresante al no tener ni una sola gota de inspiración, pero era mucho mejor que lo que pasaba a su alrededor.

Encerrarse en su oficina y escuchar unicamente el sonido del lapicero contra las hojas de su libreta especial, era relajante. Sentado en su silla giratoria y dándole la espalda a su escritorio, mirando esa pizarra al final de la habitación para revisar los bocetos que ya tenía enganchados a esta, buscando cualquier idea que pueda volverse la nueva moda del mes.

Un top que se sujetaba con un cordon en la parte del pecho hasta formar dos rombos, a donde se le ligan mangas de un color lila. Terminó dibujando de igual forma una falda con un degradado en azul y verde que llegaba hasta el suelo, el cual tenía un espacio por donde saldría una seductora pierna. Finaliza agregando unos tacones con sujetador que rodeaba toda la pantorrilla hasta llegar debajo de su rodilla.

Le convivencia lo suficiente.

Usaba su propio cuerpo como inspiración, pero debía utilizar diferentes tipos de cuerpos para una mayor ampliación de ideas.

La puerta recibe un par de golpes.

—Creí haberles informado que no me interrumpieran.

—¿Incluso yo? —YoonGi decide entrar a pesar de su demanda.

JiMin se da la vuelta sin ponerse de pie, aligerando su ceño fruncido y dejando su libreta sobre su escritorio.

—¿Qué tienes?

—¿No estabas con JungKook? —arrastra la silla hasta su mayor, quien ya se encuentra a su lado, acariciando sus mejillas y dejándose abrazar por el torso—. No quiero molestarte con mi mal humor otra vez…

—Pfft, no digas tonterias —despeja su frente, besándola con sumo cuidado—. Al menos que… yo haya hecho algo…

—N-No, Yoonnie. Tú… —alza la cabeza, disfrutando de las caricias en su cabello—, eres todo lo que necesito en estos momentos —el castaño siente la fuerza con la que los brazos de su menor lo rodean, notando cómo se abulta su labio y sus ojos amenazan con llorar—. L-Lo siento. —oculta su rostro contra el pecho ajeno, queriendo deshacerse de ese sentimiento.

—Hey… —hace a un lado su cabello, buscando nuevamente la mirada de su novio, y al no ver que no cooperaba, decide ponerse de rodillas, ayudando a limpiar lo que ha logrado salir de sus dulces ojos—. ¿Están haciendo comentarios de nuevo? Ya te dije que no-

—No. Es… o-otra cosa, pero- —suelta un sollozo, incorporando su espalda y respirando hondo para volver en sí y no mostrarse tan débil—. Todo va a estar bien, no te preocupes.

—¿Tratas de convencerte a ti… o a mí?

El peli rosa se queda callado, no sabiendo qué responder.

No estaba listo para decirle, y duda que llegue a estarlo. Quería más tiempo antes de que él mismo le diga lo que pasaba por su cabeza. Que se alejara de su vida no estaba en sus planes. Debía despejar de nuevo su mente y poder centrarse en el ahora, en disfrutar lo que vivió día a día sin preocuparse por lo que diría.

Y de ser así… Si en verdad decía quererlo, se quedaría a su lado, apoyándolo, ¿cierto?

Suelta una pequeña risa, negando con su cabeza, deteniéndose cuando le llega algo que sí podría decirle a cambio como muestra de su cariño hacia él.

—¿Me… ayudarías con un pequeño proyecto?

—¿Eso podría disminuir tu preocupación  por lo que te atormenta? —el menor asiente, pellizcando con cariño la mejilla del castaño antes de ponerse de pie, arreglando su bata de dormir—. De acuerdo.

—Ven conmigo. —rodea su cuello con ambos brazos, tomando sus labios con los suyos en un suave beso para después tomar su mano y sacarlo de su oficina. En dirección a la sala de estar, giran a la izquierda para tomar el pasillo que los dirige a una de las cocheras, donde se había vuelto uno de sus estudios exclusivos para traer a la vida sus obras maestras.

No era la primera vez que YoonGi entraba ahí, pero esta vez sí había sido invitado a ir.

Park enciende las luces y le da paso a su pareja antes de cerrar la puerta.

—He estado… trabajando en otro estilo un poco más… extravagante —hace a un lado la cortina rosada que divide la habitación, algo que el mayor no vio la única vez que ingresó al lugar—. Digamos que… está inspirado en lo que suele usar HoSeok en sus presentaciones como drag.

—Woah…

—Uhm… No hice muchos por lo mismo de que no estoy tan familiarizado con el tema, solo se me vino a la mente y ya —el maniquí vestido que se encontraba en el centro, estaba inspirado en la actitud de su novio. Tan infantil y descuidado, dulce y divertido. Lo consideraba uno de sus favoritos. No supo qué es lo que estaba haciendo en ese momento, sin pensarlo demasiado solo comenzó a dibujarlo y a sonreír al imaginar el cuerpo de YoonGi usando aquel traje—. No son lo que suelo vender en mi marca… Digamos que son solo un capricho.

—¿TaeHyung lo sabe?

—Eres… el único que los ha visto. Él no entra aquí. Nadie debe hacerlo —toma paso hacia los vestuarios, teniendo entre sus dedos la tela rosada que caía de la parte baja del corset. Solo habían cinco por el momento, pues llegaría a estorbar la falta de espacio. El que observaba con detalle en caso de que tuviera un error, se encontraba en medio de todas—. Tengo dibujados los accesorios que se usarían, pero él es el que se encargaría de eso si le agrada —se gira hacia su mayor, quien continúa maravillando lo que sus ojos veían—. ¿Te gustan?

—¿Q-Que si me gustan? —sale de su pequeño trance, viéndolo asentir con su labio entre sus dientes—. B-Bueno, además de sentirme honrado por ser de las primeras personas que han entrado aquí-

—El único, Gigi.

—¡Aún mejor! —el menor ríe, bajando la cabeza—. No soy genial con las palabras, pero si llegara a tomarle una fotografía, podría decir que esto… es de verdad algo que te inspira a seguir con lo que amas. Los detalles que usas y la forma en la que eres original, sin querer encajar en los estereotipos de los demás, son impresionantes —la mayoría de ellos eran vestuarios femeninos en maniquíes masculinos, y se lograba captar la intención—. Es verdad que no es lo que sueles hacer. Tu línea de ropa es más… precisa. Puedes usarla en cualquier sitio, vistiendo elegante y relajado a la vez, eso me gusta. Pero no quita que cualquier cosa que hagas, sea menos que el resto —estira su brazo para darle a entender que quiere tomar su mano, y el menor lo hace, llegando hasta él—. Tus manos son mágicas —sujeta ambas, besando el dorso de ellas—. No dejes que te hagan dudar de tu talento, de tu cuerpo sobre todo.

—Lo sé…

—Mmh… Si llegas algún día, que espero nunca llegue… Si llegas a dudar de ti —la única prenda que su menor lleva puesta además de su ropa interior, se desliza por su hombro, llamando la atención de su mayor por un segundo—, recuerda que me tienes a mí para apoyarte. Yo confío en lo que puedes llegar a hacer.

JiMin vuelve a sentir ese sentimiento, ese extraño temblor en sus manos y el nudo en su garganta. No suele ponerse sentimental ni mucho menos nervioso con las personas. Cuando se trataba de negocios, él siempre era el que intimidaba a sus socios e incluso a sus clientes, de tal forma que lograba obtener lo que quería de ellos para continuar su trabajo junto a TaeHyung.

Desde que conoció a YoonGi, su comportamiento había cambiado en tan poco tiempo.

No solo su mejor amigo lo hacía sentir lleno con su presencia, sino que su novio terminaba de completar esa ecuación que igualaba a la felicidad misma.

Se repetía una y otra vez en su cabeza que no lo merecía. Eso y muchas más cosas que lo hacían sentir de esa manera tan vulnerable frente al joven con sonrisa de encías que siempre supo cómo sacarle una carcajada en los tiempos donde recién se conocían, donde Park se limitaba para no mostrar ese lado del que cualquiera podría usar a su favor, como llegaron a hacer sus parejas anteriores.

—Te… traje aquí —desciende su mirada hasta sus manos entrelazadas—, porque quiero que sepas… —su voz se quiebra—, que creo en ti. Confío en tus palabras y en tus acciones hacia mí. Me es difícil abrirme a las personas que no conozco… Pero en cuanto más tiempo paso contigo, m-me doy cuenta que me sentiría mal si decides irte.

—¿Irme?

—Nuestra condición al principio… aún me asusta.

—Si temías que al final preferiría tu dinero antes que a ti… como los demás hicieron. ¿Por qué aceptaste? —inclina su cabeza, queriendo conectar con sus ojos una vez más. El peli rosa suelta su mano para acariciar con sus uñas largas su nuca, apretando sus labios tratando de simular una sonrisa aunque su mirada expresara ese dolor que el mayor no comprende aún—. Bebé…

—Porque a este punto —suelta una pequeña risa, intentado contagiarle—, no sé qué hacer con tanto dinero —logra hacerlo, teniendo ahora las manos ajenas alrededor de su cintura—. Ya ni siquiera me interesa…

Juntan sus frentes, cerrando los ojos, escuchando únicamente la respiración del otro que se mezclaba con la suya. Incrustaban con un poco más de fuerza sus dedos sobre la piel de su pareja, deseando que nada los haga separarse. 

—Pase lo que pase… ¿Te quedarás?

—Pase lo que pase.

JiMin sonríe tomando el mentón de su mayor para poder envolver sus labios con los de él.

Cada vez que YoonGi recibía un beso por parte de su contrario, se sentía completamente fuera de su tierra. Su primer beso fue inesperado para él a pesar de que no le molestó. La velocidad con la que JiMin había entrado a su corazón lo ponía inseguro, los besos que compartían, las caricias, esos apodos cursis y todos esos regalos innecesarios que obtenía y que le encantaban, era demasiado para procesar. Pero si algo aprendió del peli rosa, es agradecer lo que la vida le ofrecía, porque no cualquiera tenía su suerte.

Ya no solo están las manos de Park en su nuca, sino que ahora está siendo rodeado por sus brazos, sin separarse por un segundo de su boca. De repente la temperatura de su cuerpo aumenta, y contra su abdomen se siente la dureza de su menor.

—JiMinnie…

—L-Lo siento —suspira, bajando sus talones y arreglando el desastre de su bata—. Me dejé llevar…

Sí, su mente a veces sobre pensaba su situación, hasta que JiMin callaba todo eso con solo unas palabras, asegurandole que pasar tiempo con él u ofrecerse sexualmente ya no sería un requisito para ganar algo de dinero. JiMin ya no necesitaba ordenarle que lo acompañara a tal lugar, pues por su cabeza ya no pasaba mantener distancia con él.

—Si quieres, volvamos a-

—¿Puedo intentarlo?

El menor se queda callado, mordiendo ligeramente su labio tras su pregunta—. ¿Estás… seguro? N-No quiero que te sientas presionado a nada, es- —Min sonríe antes de callarlo con otro beso—. No es… igual que-

—Lo tengo en cuenta —besa su mejilla, limpiando de paso aquella lágrima que cae—. De todas formas, no tengo experiencia con ninguno —las manos de su contrario acunan su rostro, mostrando cómo oculta sus ojos al sonreír—. Quiero que seas tú quien me guíe.

Al compás del latido de su corazón acelerado por sus palabras, toma las riendas al moldear sus labios con los del castaño, de la forma que no solían hacer habitualmente. La firmeza con la que lo besa, empieza con lentitud para averiguar si era lo que en verdad deseaba, y al no ser rechazado, sino que el peso con el que su mayor lo empuja sin soltar su torso, le confirma que puede elevar la intensidad de sus besos.

Las manos de JiMin encuentran el lacio cabello de su novio, dejando salir un suspiro al ser mordido, justo antes de que la lengua de YoonGi se introdujera a su boca por primera vez. Saboreando el interior del otro, caminan a ciegas hacia el escritorio más cercano, el mayor sintiéndose un experto por pasar su brazo por los instrumentos sobre el mueble hasta hacerlos caer antes de sujetar los grandes muslos de su chico y sentarlo sobre la madera, llegándole de imprevisto.

Imaginó un par de veces cómo sería el día en que finalmente se comieran, el cómo sería tocar la suave piel blanquecina de su menor bajo su bata de seda rosada que usaba en ese mismo instante y se deslizaba de sus hombros, mostrando un poco de sus pectorales y aquella clavícula bien marcada. Los músculos de JiMin eran más tonificados que los suyos, y jamás creyó que le parecería atractivo un hombre como él.

Nunca lo creyó, hasta que lo conoció.

Se aleja, no demasiado como para poder ver el rubor que adornaba el bonito rostro del joven, pero sí para intercambiar aire, escuchando ese temblor en sus respiraciones. Los dedos diestros de JiMin se curvan alrededor de su nuca, descendiendo su zurda hasta tomar la camisa ajena y comenzar a alzarla, dejando ver ese bulto bajo esos pantalones deportivos.

—Empecemos con algo tranquilo, ¿te parece? No tengo lubricante aquí y la saliva no es opción para mí —sin siquiera pedirlo, el mayor entiende que debe sacarse la camiseta e inmediatamente lo hace, siendo un buen espectáculo para él—. Deberías quitarte la camisa más seguido, hyung…

—Deberías llamarme así más seguido. —toma entre sus labios un poco de piel en su cuello, provocando un ligero jadeo. La presión de su talón tras su espalda, es una petición de más contacto entre ellos—. No es justo que sea tratado como el pequeño aquí.

—Te gustan tus apodos. Admítelo —sonríe contra su oreja, notando cómo esta se tornaba rojiza—. Pero es verdad que me gustaría ser mimado de vez en cuando.

—Es mi turno de cuidarte entonces.

Presiona su mano tras su cuello luego de volver a su boca, barriendo su lengua con la suya y tragando un suspiro más. Se frota entre los muslos contrarios, dejando caer su frente en su hombro desnudo, sintiendo que llegaría en cualquier momento sin siquiera haber sido tocado directamente.

—Quiero verte, hyung… —jadea, meneando un poco sus caderas.

—N-No. Deja me encargo de ti primero. —deposita un beso en la curva de su clavícula antes de enderezar la espalda, mostrando el desastre que JiMin provocaba.

Se arrepiente de alzar la vista y observar lo que él ha provocado.

El peli rosa se mantiene inclinado hacia atrás con sus brazos a sus costados como soporte, su pecho se inflaba errático, la intensidad del color de sus labios más gruesos de lo usual, esa mirada encapuchada y el color rosado de sus mejillas, sin dejar de lado cómo su erección era notoria bajo las bragas blanquecinas.

Con sus manos temblorosas, toma la cinta que abraza la cintura del chico, dejándola caer luego al suelo y terminando de exponer el trabajado cuerpo del ángel enfrente suyo.

Él no veía ningún defecto, nada que debía cambiar. Tenía suaves abdominales, brazos fuertes y una cintura pequeña, sus muslos eran carnosos y su pecho era adorable. Incluyendo, que sus ojos se han desviado accidentalmente a su trasero, así que aseguraba que era lo bastante redondo como para negarlo sin siquiera verlos expuestos.

Cuando escuchaba de él que los malos comentarios hablaban sobre su peso y su forma de vestir, en su pecho crecía ese sentimiento que hasta ese día no había experimentado nunca. El odio. Esa frustración e impotencia por no poder amenazar con golpearlos por decir estupideces, por opinar de un cuerpo ajeno, del cuerpo que ahora sus manos estaban acariciando con tanta suerte, esa suerte que esos idiotas jamás iban a tener en sus vidas.

Park JiMin, dueño de su propia marca, quien proviene de una familia adinerada, es adorado por muchos y odiado por personas insignificantes, que fue despreciado por hombres que no supieron valorarlo. Park JiMin, lo deseaba a él.

Ganaba por mucho.

Desliza su mano hasta su vientre, siguiendo el movimiento que hacía al respirar pesadamente, viendo cómo los vellos de su piel se erizaban.

Al llegar hasta el resorte de sus bragas, levanta la mirada para obtener su aprobación, y con solo ver su labio entre sus dientes y como sus ojos se conectan, supo que iba a por buen camino.

Con su índice recorre la extensión de su miembro, obteniendo a cambio que empujara su pelvis y un lento y frustrante suspiro. Para su conveniencia, sí tenía experiencia en la masturbación, y se consideraba bueno en ello. O al menos para su gusto. No sería nada fuera del otro mundo como lo sería con una mujer, así que se sentía seguro por eso.

Tener a un hombre entre tus dedos, a su voluntad y con la piel ardiendo como cualquier día de verano, era pan comido. ¿Quieres hacerlo sufrir? Hay que ser precisos y lentos o un "tirar y jalar la cuerda'' por hacerlo rápido. De esa forma en la que deseen querer tener el control, pero no pueden, porque saben que si te presionan, no obtendrán lo que quieren, al menos que sea el típico sexo rápido que no se disfruta lo bueno que puede llegar a ser en ocasiones.

—B-Basta de jugar conmigo, tonto. S-Solo hazlo.

Bingo.

Al ver esa mancha humedecida sobre la punta de su polla, sabe que es el momento de aumentar la fricción, y porque él también comienza a desesperarse de su curiosidad. Baja con cuidado la única prenda que se interpone entre sus pieles, rodeando por completo la longitud del chico, atrapando con su boca los labios que comienzan a abrirse sorpresivamente. Acaricia su glande para después subir y bajar su mano con cierta frenética, tragándose los gemidos que brincaban a su lengua.

No queriendo ser el único disfrutando físicamente, el menor no da ningún aviso de que introducirá su mano traviesa en los pantalones de su novio, tomándolo en el momento en que está a punto de acabar solo por presenciar el preciado cuerpo semi desnudo de su menor. Muy adolescente de su parte.

JiMin lo empuja ligeramente con intención de mirar cómo ambos compartían su placer, ejecutando la idea de tomar ambas extremidades con su diestra y comenzar a masturbarlos.

—Y-Ya era hora de que te dejaras tocar, Gigi —sujeta el mentón contrario con su mano libre, obligándolo a no ocultar su rostro al querer bajarla—. No sabes lo bien que luces ahora mismo- Mmh.

—Lamentablemente n-no tengo mi cámara para que te retractes en cuanto veas una… foto tuya en este estado.

JiMin deja caer su cabeza hacia atrás, obteniendo un mordisco junto a la nuez de su garganta. Su imaginación hizo un buen trabajo, haciéndolo apreciar lo jodidamente bien que luciría la belleza de su naturaleza plasmada en el futuro estudio de fotografía que pensaba regalarle a su hyung.

Con un último beso, ambos terminan sobre el abdomen del menor, YoonGi siendo el que lo limpia rápido luego de disculparse por haber llegado hasta sus labios. Por supuesto que eso dejó de importarle y ya no quiso pasar su camiseta por su rostro cuando lo vio lamer el sobrante de semen en sus labios antes de carcajear por la expresión del mayor.

Sin duda, la mejor experiencia sexual de JiMin.

No quería saber cómo sería la siguiente vez.

Bueno. Estaba impaciente por que llegara.

𝑩𝒂𝒃𝒆, 𝑰 𝑵𝒆𝒆𝒅 𝑼 [ KookTae ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora