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Ya había transcurrido casi una hora desde que ambos guerreros empezaron a luchar y todavía no estaba claro el ganador; ya que ambos hombres se hallaban en el mismo deplorable estado.

— Esto no terminara nunca.— se quejó por lo bajo Hyoga.

— Hmm, ambos están igual de heridos, y son igual de tercos también. — asintió de acuerdo Shiryu.

— Pues no me quedaré a ver el final, tengo que hacer otras cosas... — espeto esto casi en un murmullo el Pegaso. Sus amigos, conociendo que era esa otra "cosa" que tenía que hacer, lo dejaron ir sin muchas preguntas.

Al ver a Seiya irse, Dohko le dirigió una leve mirada a Mu, el cual se levantó y siguió al castaño bajo la excusa de que también tenía algo que hacer.

Todo el intercambio de ambos dorados fue visto por dos pares de ojos. Los primero le pertenecían a un muy intrigado Radamanthys, mientras que los segundos solo mostraban un odio infinito por el Pegaso. Su dueño, se ocultaba tras una columna, fuera de la vista de los caballeros y de sus visitantes.


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— No tenías que acompañarme.— espeto Seiya, a un muy tranquilo Mu.

— Athena nos ha ordenado cuidarlos, y eso haremos. — contesto este, sin dejar de caminar. — además.. —volteo a mirarlo. — no sabría que decirle a mi maestro si algo te llegaré a pasar. — mascullo, notando como una leve sonrisa adornaba las facciones de menor. Decir que se alegro era poco, en estos días era rara la ocasión en dónde el menor les diera una risa sincera, y que está tan sólo curveara sus labios, les daba consuelo.

Todos se habían propuestos a hacer que el menor volviera a ser como antes.

Ellos querían que ese jovial y feliz Pegaso regresará.

— Hmp, seguro tendría más que un dolor de cabeza si supiera lo que ha pasado en estos días. — mascullo, mientras atravesaban los pasillos del templo principal, en dirección a las habitaciones de Shion.— y puedo jurar que ninguno se salvaría de llevar uno que otro castigó. Ni siquiera tu.. — entre cerro sus ojos señalandolo. El ariano, se señalo a si mismo con extrañeza, mientras miraba  como el castaño desaparecía tras la puerta de la habitación del patriarca.

— No recuerdo, haber hecho nada malo en estos días... — se fue murmurando el peli lila, ignorante que dentro de la habitación el castaño reía alegre.

A veces son demasiado ingenuos...


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De vuelta en el Coliseo. El enfrentamiento se hallaba en un punto muerto, ambos guerreros estaban igual de agotados y heridos.

Ninguno quería dar su brazo a torcer a pesar de lo fatigados que estaban.

Así que haciendo uso de su gran sabiduría (nótese el sarcasmo?) Saga dio por empate el combate, para alivió de los caballeros, ya que estos ni querían que Máscara ganará(se le hiba a subir el orgullo) ni deseaban ser los sirvientes de los espectros ni por un segundo.

— Que asco, estábamos tan cerca.— se quejó el Escorpio. Ignorante de los suspiros y miradas de sus compañeros.

— Hmp.— bufo el ruso. — cerca de tener una batalla de mil días querrás decir. — soltó entre dientes, irritado.

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