★ Capítulo 19 ★ 1/5 Maratón de Navidad 🎄

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Francia~Año 1480
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Escuchó como alguien entró a la iglesia porque la puerta se cerró de golpe, se comenzó a acercar, pero no escuchaba el eco de siempre cuando una persona caminaba, todo era silencio como antes. Se volteó a mirar quién era recién cuando la tenía de frente.

- Buenos días sacerdote. - Se inclinó por respeto como pudo y Orochimaru sonrió sorprendido. -

- Querida Ayame. - Orochimaru la saludó y la ayudó a trasladarse cerca de los bancos y él se sentó. - Estoy muy feliz de verte de nuevo por aquí, ¿Cómo estás? -

- Muy bien señor. Quise tomarme este tiempo para venir a verlo y dejarle un obsequio. - Ayame también estaba contenta de haber ido a la iglesia durante tanto tiempo. -

Ayame era una jovencita de 17 años que nació con una enfermedad que no le permitía la movilidad absoluta de sus piernas. Por eso muchos la juzgaron desde pequeña, siempre fue una niña solitaria y nunca había querido salir de su casa hasta que conoció a otra niña que se hizo su amiga, Sarada Uchiha. Ella era la única que no la señaló como un bicho extraño, se hicieron amigas con el tiempo y compartieron juntas muchos momentos.

En ese año tener una discapacidad se creía que era un castigo de dios, del señor, del Todopoderoso. Las personas nunca se querían acercar a Ayame porque tenían miedo de que el señor también les castigue, así que siempre fue una niña que estuvo sola.

El sacerdote siempre la visitaba cuando tenía tiempo y le hacía un sermón exclusivamente para ella, es lo que la mantenía con esperanza de curarse de su enfermedad de las piernas. Orochimaru también creía que era el castigo de dios, pero tenía fé de que se podía curar de alguna manera, rezando y pidiéndole al señor ayuda.

- No te hubieras molestado querida. - Orochimaru cogió las flores blancas que Ayame le extendió y sonrió. - Pero gracias, las pondré en agua para que no se sequen. -

- Es lo mínimo que puedo hacer por usted, siempre fue muy atento conmigo y me visitó

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- Es lo mínimo que puedo hacer por usted, siempre fue muy atento conmigo y me visitó. - Ayame a pesar de ser alguien que sufrió bastante daño de las demás personas, ella era muy genuina y gentil con las demás personas, preocupándose por todos. - Espero que le guste. -

- Claro que me encantan estas flores, solamente porque vienen de tu parte. - El sacerdote fue en busca de un florero rápido y las colocó en agua para dejarlas en el altar. - ¿Te gustan en este sitio? -

- Si, queda muy bonito en el altar. - Ayame se movió con su silla y miró el altar. -

La querida Ayame estaba muy contenta de haber podido ir a la iglesia después de tanto tiempo sin ir, que tuvo que secarse las lágrimas de emoción por todas las cosas que le pasaban a ella.

- No llores querida, eres alguien muy valiente y de un corazón de oro. Definitivamente eres la fortaleza en persona. - El sacerdote miró las lágrimas de Ayame y quiso hacerla sentir bien. -

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