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McKenzie Elder


La luz mañanera del sol logró colarse por mi ventana e iluminar gran parte de mi habitación.

¿Qué día es hoy?

Con pasos lentos, aún algo adormilada, me acerqué al pequeño pero útil escritorio en un rincón de mi habitación para consultar el calendario que estaba sobre este.

Miércoles, el día de Mercurio.

El abuelo era un gran fan de la astrología; le encantaba leer libros, estudiar y ver documentales sobre el tema. Realmente era una de sus tantas pasiones, junto con la jardinería y todo lo relacionado con el arte.

«El miércoles es el mejor día para realizar propuestas o trámites, Mack; es un día donde la inteligencia brota más que en cualquier otro».

Su voz pierde la fuerza dentro de mí.

Te estoy olvidando, pero no quiero hacerlo...

Me maldigo internamente durante unos segundos y miro la hora en la pantalla de mi celular; son las siete, dentro de una hora debo ir a la preparatoria.

Rebusqué en mi armario algo decente, pero simplemente opté por usar unos jeans holgados de color negro con una polera sin mangas del mismo color; con la ropa entre las manos me dirigí hacia el baño para darme una ducha y poder aclarar mis pensamientos. Mis pensamientos sobre el tierno beso que Iker me había dado, o quizás robado, el rostro de Aser dando vueltas dentro de mi cabeza y un sinfín de otras cosas.

Cuando terminé, procuré secar cada gota de agua que estuviera en mi piel, lo que me llevó a mirar mis piernas.

Debería rasurarme las piernas.

Aunque mi cabeza lo ordenó hice caso omiso de ese tema; no iría a ningún evento y los jeans me tapaban las piernas. Problema resuelto.

Me vestí con la ropa que había seleccionado y me dirigí hacia mi habitación para buscar las zapatillas que usaba normalmente, unas convers negras sin plataforma. Volví hacia el baño para lavarme los dientes, pero antes miré a la chica que se reflejaba en el espejo; no la reconocí. Dadas sus ojeras, su vista cansada y preocupada, y su cabello muy despeinado con unos cuantos nudos sin desarmar.

Sentí la vibración de mi celular dentro de uno de los bolsillos de mis jeans y eso me obligó a aterrizar los pies de nuevo en la tierra y olvidarme de la chica en el espejo. Miré la pantalla y un mensaje de Aser se iluminó en ella.

Aser: Necesitamos hablar.

Preocupada, decidí responderle.

Mack: ¿Todo bien?

Aser: Sí, solo que necesitamos aclarar un par de cosas.

Mack: ¿Es importante?

Aser: Algo así.

Mack: ¿Hay un problema entre nosotros?

Crucé los dedos para que lo negara, pero no sirvió de mucho.

Aser: Sí.

Mack: No creo que sea para tanto, ni siquiera deberíamos hablar sobre ello y mantener las cosas así.

Aser: Los problemas se resuelven hablando, no evitándolos McKenzie.

Se desconectó y quedé boquiabierta con el celular en la mano. Por mi mente transitaban muchísimas incógnitas respecto al "problema" que teníamos. ¿Realmente había pasado algo?, ¿O simplemente es una buena excusa para charlar y vernos un momento? No. Aser no anda con rodeos; es un chico directo y seguro de sí mismo. Pero sino, ¿Qué diablos pasaba?

El Infierno de Sus Besos © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora