XIX

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Revelaciones

Avanzaron por la ciudad, librándose de Los Lobos esparcidos a los alrededores y de cada infectado que las atacaba.

Seguían el camino hacía el edificio que estaba marcado en el mapa como un canal de televisión.

Por lo general, era Dina la que siempre hablaba.

—¿Has reconocido a alguien más? —le preguntó a Ellie.

La chica negó.

Cada vez que se deshacían de un Lobo, Dina preguntaba lo mismo.

En el camino encontraron varias trampas explosivas, cómo las que las habían hecho volar por los aires unas horas antes.

Lia no entendía muy bien el mecanismo. Pero sí comprendía que, si te tropezabas con alguna de ellas, morías.

—¿Boston también está así? —preguntó Lia.

Seattle era una ruina.

—No —le respondió Ellie—. Las Luciérnagas nunca fueron tan combativas.

—Los Lobos parecen serlo —comentó Dina.

Llegaron hasta un puente caído. Lia se imaginó la cantidad de vehículos que debieron haber pasado sobre él hacía tan tiempo.

—Hay infectados —dijo Ellie, investigando bajo este.

—¿Ese no es el caballo de Tommy? —preguntó Lia.

Ellie se acercó.

El caballo tenía las tripas afuera y dos infectados, muertos, lo rodeaban.

Las moscas y el olor resultaban insoportables.

Ellie revisó el bolso que aún se encontraba atado al caballo, pero estaba vacío.

De repente, Dina vomitó junto a Lia. La chica se alejó un paso, sorprendida.

—¿Estás bien? —le preguntó, acercándose a sobarle la espalda.

—Sí perdón, solo es el olor —le respondió la chica, pasándose la manga de su campera por la boca.

Lia y Ellie cruzaron una mirada.

Las dos habían notado que Dina estaba extraña, pero ninguna lo había mencionado; asumían que quizás era por el agitado viaje.

—Bien —dijo Ellie—. Tommy debe haber seguido a pie.

—¿Puedes seguir? —le preguntó Lia a Dina.

—Sí, estoy bien —respondió.

Avanzaron en silencio hasta regresar a las calles.

—¿Ven el canal de televisión? —preguntó Lia.

—Sí —respondió Dina—. Por allí —y lo señaló.

El edificio tenía una extraña forma ovalada y era de color azul. Aunque la pintura se había descascarado casi en su totalidad.

Se escabulleron entre casas y edificios abandonados y libres de infectados, resguardándose ante cualquier ataque por parte de Los Lobos.

Llegaron hasta el edificio y entraron por la parte trasera, con cuidado de no encontrarse con sus enemigos.

Lia abrió los ojos de par en par al ver la escena ante ella.

Desde el techo colgaban varios cuerpos. Todos muertos, con la piel hecha jirones.

—¿Quién habrá hecho esto? —preguntó Dina en voz baja.

—No lo sé, pero esperemos que ya no estén aquí —le respondió Ellie.

A whistle in the wind | Ellie Williams (tlou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora