XXIV

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Nacidas en prisión

Lia subió las escaleras que conducían hacia el escenario, oyendo gritos y quejidos tras bambalinas.

Llevaba su pistola en alto, lista para disparar si fuese necesario.

Aunque la realidad era que le aterraba demasiado.

Corrió entre la ropa colgada de antiguas obras de teatro. Entre escenografía. Entre cajas hechas añicos. Corrió hasta una puerta, oyendo voces ahogadas.

Cuando la abrió de par en par, un disparo casi le vuela la cabeza.

—¡Abby! —gritó.

La chica de la trenza dorada estaba arrodillada en el suelo, con Dina entre sus brazos y un cuchillo acariciando su cuello.

Ellie estaba frente a ellas, con la espalda en el suelo de madera, respirando con dificultad.

—Déjala —pidió la de ojos verdes—. Ella no es parte de esto.

—Abby, por favor —pidió el niño junto a Abby.

Pero la chica no los oía. Miraba a Lia con una mueca de desagrado en el rostro.

Abby soltó a Dina de golpe. La chica cayó en seco sobre la madera. Tenía una herida abierta en la cabeza.

—Lia —pronunció Abby.

Ellie se acercó gateando hacia Dina, intentando acallar sus dolorosos quejidos. Lia no estaba segura de so Dina respiraba.

—Vámonos, por favor —pidió el niño.

Abby lo ignoró, acercándose a Lia.

La chica aflojó el agarre en su arma.

—¿Estás... estás con ellas? —le preguntó.

, le quiso responder, pero no era del todo cierto.

—Mataste a mi amigo —eligió decir.

Abby hizo una mueca despectiva entre sus labios.

—Ellas... —pronunció con lentitud—... mataron a mis amigos. También fueron tuyos un tiempo.

Lia no flaqueaba. Le sostenía la mirada, sin dejar de oír las palabras de aliento de Ellie hacia Dina y los pedidos de escape por parte del niño hacia Abby.

—¿Qué estás haciendo, Lia? Está no eres tú.

—No tienes idea de quién soy.

—Lo sabía. Durante un tiempo lo supe —Abby negó—. Yo... no sabía... pensé, todos pensamos que habías muerto.

Lia negó, volviendo a tomar con fuerza su arma.

—No... solo nos alejamos en busca de lo mismo. Pero yo pude darle un cierre y tú aún estás aquí, sin poder dejarlo atrás.

Abby apretó los puños a sus costados.

Lia no había notado hasta ese momento la cantidad de masa muscular que la chica había ganado en todo ese tiempo.

Le dio miedo.

—Lev —pronunció, asintiendo hacia la puerta.

El niño salió.

Luego Abby tomó con fuerza el brazo de Lia y la arrastró tras de sí.

—¡Lia! —oyó como la llamaba Ellie.

—¿Te retienen? ¿Es eso? No lo entiendo —le dijo Abby, soltándola de un solo golpe.

Lia la miró con el ceño fruncido, frotándose su parte afectada.

—Abby... ¿qué te piensas que es todo esto? Ha muerto gente, muchísima. Solo estoy intentando que esto se termine.

Abby la miraba como si estuviese loca.

—Esto nunca terminará —le dijo.

—No sí tú lo permites.

—¡Mi padre murió por ellos, mierda!

—Abby... —el niño se acercó a la chica. La de la trenza hizo un gesto con su mano para que alejara.

—Nunca pude decírtelo —le dijo Lia—. Pero lo siento mucho. Jerry siempre fue bueno.

—No hables de él —le dijo con fiereza.

—Abby, por favor. Esto terminara una vez que las dos lo dejen atrás —le dijo Lia—. Sé que es fácil decirlo, pero el mundo ya tiene bastante mierda como para agregarle un poco más.

Abby la miraba con sus ojos brillando. Lia no sabía si por furia o emoción.

—No quiero volver a verlas —pronunció, pasando a su lado—. Ni a ti, ni a nadie. O lo lamentarán. Díselos a tus nuevas amigas.

Abby tomó al niño, Lev, del hombro y se alejaron, perdiéndose entre la escenografía del lugar. Lia podía sentir sus pasos cada vez más lejanos.

Se quedó un momento allí, muy quieta.

Sentía un nudo en la garganta, tan enorme que no la dejaba respirar con calma.

Quería llorar, quería gritar, ya no quería estar allí.

Sintió una mano posicionarse en su hombro y dio un salto.

Allí estaba Ellie, con la cara pálida y amoratada. Dina estaba sujeta a su lado, entre la conciencia y la inconciencia.

Lia las ayudó.

Debían ir en busca de sus muertos.

A whistle in the wind | Ellie Williams (tlou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora