XXIII

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Seattle, día 3

Cuando Lia se despertó, estaba desorientada.

No entendía en dónde estaba, qué lugar era, hasta que recordó. Y la pesadumbre le pesó en los hombros.

Sentía lo mismo que sintió cuando murieron sus padres. Lo mismo cuando murió Joel.

Salió a la calle, temiendo encontrarse con algún enemigo, pero el camino estaba despejado.

Y no tenía ni idea de a dónde ir.

Cuando una luz se encendió en su memoria.

Ellie había ido hacia un hospital cerca de allí la noche anterior, en busca de Nora. Lo más probable era que ya no estuviera en ese lugar, pero Lia tendría la oportunidad de conseguir provisiones.

Entonces, también se dio cuenta de que, a pesar de todo lo que había dicho, Ellie seguiría asesinando. Y quizás también la asesinarían a ella.

Lia avanzó por las calles de Seattle con ese pensamiento en mente, intentando negar la realidad.

Pero le dolía y le molestaba que Ellie decidiera tomar esas acciones.

Y no podía dejarla ir.

No quería que siguiera matando a la gente que una vez había conocido. Y no quería que esa gente tuviera la oportunidad de matarla a ella.

Corrió por las calles, siendo guiada por los carteles direccionales que señalaban el camino hacia el hospital Lakehill de Seattle.

Cuando llegó, era una masacre.

Lia, consternada, ni siquiera pudo entrar.

Y no sabía a dónde podría dirigirse en esos momentos.

Unos disparos se escucharon en las cercanías y salió corriendo tras un auto, alerta.

Por la calle venían corriendo dos personas tomadas de la mano, escapando de los disparos que rozaban sus cuerpos. Unos cuatro o cinco hombres los perseguían.

Lia rodeó el auto, sacó su arma, y les disparó.

Los hombres, tomados por sorpresa, usaron como escudo un camión volcado.

Los otros dos individuos la miraron con los ojos muy abiertos y salieron corriendo por un callejón.

Pero el mayor no fue lo suficientemente rápido. Un disparo del enemigo le dio en el hombro y lo hizo caer al suelo, arrastrando al más pequeño consigo.

Lia se acercó a los tropezones, intentando alcanzarlos. El menor le apuntó con un cuchillo. Y entonces se dio cuenta de que era una niña.

—¡No voy a hacerte daño! —le dijo Lia. Las balas volaban sobre sus cabezas.

La niña la miraba con las cejas fruncidas y los ojos llenos de lágrimas.

—Déjame ayudarlos —le dijo, bajando su arma.

Una bala reventó un cubo de basura junto a ellos.

La niña asintió, desconfiada.

Lia se acercó hacia el mayor. Era un chico bajo y delgado, por lo que no le resultó difícil ponerlo en pie.

Avanzaron cabizbajos, corriendo hacia el callejón y perdiendo a sus atacantes en el camino.

El chico se soltó del agarre de Lia y se tiró al suelo, abatido.

Lia lo miró fijamente.

—Tenemos que seguir —le dijo—. No podemos quedarnos aquí.

El chico negó, arrastrándose. Tenía la cara pálida y llena de sudor cuando se recostó sobre una pared.

A whistle in the wind | Ellie Williams (tlou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora