NAVIDAD EN SEATTLE.

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PAULA.


Pise el aeropuerto y el frio de Seattle me sobrecogió o quizá no era el viento fresco. A lo mejor fueron las emociones que se quedaron detenidas aquel día.

—Ciérrate el abrigo cariño —me dice Jared.

Asiento y salimos de ahí a toda prisa.

Habíamos decido que la cena de navidad era la ocasión perfecta para poner al tanto a nuestras familias de nuestro compromiso para solo un mes después casarnos.

Aun no hablaba con nadie al respecto. Supongo que no se vuelve real hasta que lo dices en voz alta y para ser honesta todavía no quería que lo fuera. Adoraba a este sujeto y guardaba en mi corazón con cariño cada una de las veces que me levanto del piso cuando me sentaba a llorar porque nada salía como esperaba, pero algo me hacía sentir como si la decisión de casarnos fuera la peor de mis ideas.

Faltaban solo unas horas para que nuestras familias y amigos se reunieran en casa de mi padre para cenar y me parecía que el tiempo era insuficiente para darles la noticia.

Abro la puerta de entrada y me recibe una eufórica Rouse.

Se supondría que ante mi repentina partida todo habría regresado a lo que era, pero no. Todos me apoyaron, estuvieron conmigo y no dejaron de tomarse el tiempo para ir pasar unos días a mi lado mientras labraba mi carrera en el arte.

—¡No puedo creer que estés aquí! —chilla.

—¿Dónde están todos? —pregunto.

Rueda los ojos.

—Para sorpresa de nadie todos están reunidos en el salón. Llegaron tus padres JJ —comenta ella.

—Genial. Vamos a saludar —.

Me hace una seña con la cabeza y caminamos los tres poniéndonos al día.

—¿Cómo va todo por allá? —pregunta mi hermana.

—De maravilla. Tuve que posponer algunas cosas, pero estoy contenta de estar aquí con ustedes para Navidad ¿Tú que tal con todo lo de la ONU? —.

La cara se le ilumina y me regala una sonrisa.

—No tienes idea. Ha sido todo lo que soñé, pero bueno esta noche debemos embriagarnos y dejar el trabajo de lado. Exijo que esas platicas queden descartadas de la cena —dice con emoción.

—Primero lo primero —me susurra Jared y me da un pequeño beso en el cachete.

Llegamos a la gran habitación. Todos están muy bien vestidos y listos para la cena.

—Hija —.

Se acerca mi padre y me da un beso en la mejilla.

—Que gusto verte papá —.

—¡Por Dios! ¡La hija de Van Gogh está aquí! —gritan y me giro solo para darme cuenta de que Michael viene a paso veloz para hacerme una de sus alzadas.

Me toma de las piernas y me levanta. Me echo a reír muy fuerte.

—¿Cuándo dejaras de ser tan imbécil? —lo interrogo todavía entre risas.

—Supongo que eso es algo que no pasara —.

Observo a una de las personas que se quedaron atrás cuando me fui de aquí. Trate de mantenerme fuera de foco y me centre en mi carrera y mi familia.

—Hola Sary —saludo.

Michael me pone el suelo.

—Que gusto que volvieras —me regala una dulce sonrisa y yo clavo mi mirada en ella.

CUANDO EL AMOR NOS DIO OTRA OPORTUNIDAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora