EL GRAN DÍA

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PAULA

Desconecte completamente mi mente para solo enfocarme en el día que me espera. El día de mi boda. El mejor día de mi vida. Eso es lo que todos los que entran y salen de la habitación dicen para tratar de aminorar toda la energía negativa que desprendo. Mi cara con ojeras y mi piel completamente amarilla me delatan.

Dejo que la persona encargada de mi maquillaje y peinado haga su trabajo.

—Cuando termine contigo no habrá persona en este lugar que no quiera ser tu —.

Me guiña un ojo y se encarga de todo sin volver a dirigirme la palabra cuando se percata de mis pocas ganas de platicar.

Más tarde llega Rouse ya lista con un precioso vestido azul pastel y me ayuda a terminar de abotonar el mío.

—Eres la novia más hermosa del mundo —susurra cuando termina.

—Gracias —sonrió.

—Papá espera afuera para acompañarte —.

—Espera —la detengo.

—En verdad gracias, por esto y por todo —digo.

Una lagrima sale y rueda por mi mejilla.

Ella corre a abrazarme y limpia mis ojos para que no arruine el maquillaje.

—Toda va a estar bien. Haría cualquier cosa por ti. Lo sabes ¿verdad? —habla con cariño para tratar de tranquilizarme.

Asiento y ahora soy yo quien la abraza tan fuerte como el maldito vestido me lo permite.

—Estamos listos —.

Escucho a mi padre hablar a través de la puerta.

—Lo dejare pasar antes de que le dé un infarto de los nervios —dice mi hermana.

Unos segundos después veo a papá entrando por la puerta y al verme se queda perplejo.

—Eres igual a ella el día de nuestra boda —comenta con profunda emoción.

Mi hermana sale y nos deja solos.

—¿Cómo fue? —pregunto.

Justo ahora por alguna razón inexplicable no me apetece estar en ningún otro sitio que no sea aquí con el conversando.

—Para serte honesto lo único que recuerdo realmente es el momento exacto en el que la vi caminando hacia mí y pensé "no merezco ni siquiera un milímetro de amor de parte de esta hermosa chica" —confiesa.

—¿Tuviste miedo? —.

—Me aterraba la idea de verla correr en dirección contraria —.

—¿Alguna vez te arrepentiste? —.

—Jamás. Lo único de lo que me arrepiento es de no haberla podido encontrar desde antes y pasar muchísimos más días a su lado —dice.

Sé que ambos quisiéramos justo lo mismo. Como desearía que estuviera aquí justamente hoy que tanto necesito escuchar su voz diciendo que todo va a estar bien. Solo ella sería capaz de calmar la tormenta de mi mente.

Asiento y doy un largo suspiro.

—¿Y tú? —me cuestiona.

—¿Yo que? —.

—¿Te arrepientes de tu decisión? —.

Me observa esperando una respuesta, pero es que no tengo una.

—Vamos —le indico y camino hacia la puerta.

Mi padre me sigue sin decir nada más y ambos ocupamos nuestro lugar frente al par de puertas de madera de la iglesia.

CUANDO EL AMOR NOS DIO OTRA OPORTUNIDAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora