SE VA A CASAR...

52 6 0
                                    




OCEAN.

—Solo respira... —me susurro a mí mismo dentro de las cuatro paredes del camerino.

—¡CINCO MINUTOS! —gritan desde fuera.

Mi vida lleva siendo de cinco minutos desde hace un par de años. Jamás pensé que el hecho de escribir música con toda la mierda que guardaba en mi cabeza me traería a escuchar a diario la misma frase, a dar entrevistas de treinta minutos y conciertos de dos horas; pero en eso te conviertes cuando esa mierda le gusta al público.

Tocan la puerta.

—Pasen —indico.

A través del espejo veo como entra una sensual mujer rubia que ahora me persigue como lobo hambriento y con la que caigo de vez en cuando para saciar mis instintos. Nada de amor, puro placer. No podría permitírmelo, aunque quisiera.

—¿Cómo estás? —me dice y me abraza el cuello desde atrás.

—Supongo que podría estar mejor —respondo.

—Es una entrevista corta, sé que lo harás bien. Oc Lennox puede cagar en televisión abierta y aun así lucir tierno —sonríe.

—Maldición o bendición... aun no lo descifro —suelto un poco enfadado, pero ella no lo nota. Jamás lo hace, solo le importa el tipo famoso que ve todo el mundo.

Me pase la siguiente hora actuando como el chico lindo que todos creen que soy mientras me moría por encerrarme en casa y hacer música. Es lo único que me mantiene cuerdo en este mundo en el que me inmiscuí sin querer.

La rubia me siguió, pero le pedí verla más tarde. A veces puede ser un poco insistente y no es lo que necesito ahora.

Pude encerrarme al fin en mi cueva. Llegué y me deshice de todo el numerito de estrella y me puse mi habitual ropa para dedicarme a componer al menos algo decente para Año Nuevo.

Suena el timbre de mi departamento y me quito los cascos. Cierro el piano y me levanto.

Cuando abro la puerta una muy extraña hermana me sorprende entrando sin decir nada.

—Pasa por favor —suelto con sarcasmo.

—Pues perdón, pero llevas pasando de mí cuatro malditos días. Ni siquiera tuviste la cortesía de responder el teléfono en Navidad y eso ya es muy de hijo de puta —suelta y luce muy cabreada.

—Tranquilízate hermanita. Llevo días envuelto en estupideces de entrevistas y no he ni mirado mi teléfono. Estoy agotado. Te envié un presente de navidad —.

La tomo de los hombros y la dirijo al sofá de la sala de estar para que se siente y se calme un poco.

Respira profundo y me mira directamente a los ojos.

—¡Por Dios! ¡Solo dime que es lo que sucede! —vocifero.

Sigue mirándome sin atreverse a hablar y me preocupa. Abre la boca un par de veces, pero de inmediato la cierra y los nervios me estallan con tanto misterio.

—¿Paso algo con papá? —la interrogo con desesperación.

—¡Por Dios! ¡Claro que no! —.

Se levanta nuevamente y comienza a pasearse de un lado a otro de la habitación.

—¿Estas embarazada? —continuo ya más tranquilo.

Un embarazo no es la gran cosa. Ya es una adulta.

Se detiene y me vuelve a observar.

—Ella regreso —murmura.

Las palabras apenas y salen de su boca, pero crean un maremoto de emociones en todo mi cuerpo.

CUANDO EL AMOR NOS DIO OTRA OPORTUNIDAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora