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Una semana después.
Ese lunes se había vuelto insoportable. Después de casi ocho horas de trabajo y de no haber visto a shinobu en la comida por culpa de una estúpida junta, aquel día se había convertido en un verdadero tormento, y para entonces miraba el reloj cada medio minuto.
Auque podía largarme sin ningún problema cuando quisiera, shinobu no podía.
Y no tenia caso llegar a casa para estar solo.
Desde el sábado después de la fiesta de la abuela, la provocación de makio y la noche que habíamos pasado, las cosas entre shinobu y yo habían dado un giro de ciento ochenta grados. Todo era diferente, y me encantaba.
Desde entonces todo era natural y relajado entre nosotros, sin embargo aquella tensión sexual que antes era latente en vez de haber disminuido parecía haber aumentado entre nosotros. Como si no tuviéramos suficiente el uno del otro, aprovechabamos cualquier momento solos para hacer el amor cuando y donde se nos antojara.
El sofá de mi habitación, la ducha, la bañera, la cocina,las escaleras,la sala, cualquier lugar era propio para hacerlo Y para entonces habíamos estado a punto de ser descubiertos en varias ocasiones.
Pero shinobu era tan divertida, intensa y sobre todo atrevida que me seguía el juego de las mil maravillas. Era refrescante estas con ella, pues su inocencia pero ganas de aprender la hacían tan diferente a todas las amantes que había tenido y de las que estaba harto.
Sonreí de medio lado y mire a mi alrededor. De los pocos lugares que faltaban era mi oficina, y haciendo nota mental de hacerle el amor en mi escritorio algún día sonrei y eché mi cabeza hacia atrás.
Todo iba de maravilla. Casi todo. Sin saber porqué ambos pareciamos haber hecho un mudo acuerdo de no hablar sobre nuestro futuro, ni sobre lo que vendría para nosotros una vez que nuestra farsa(si se podía seguir llamando así)de matrimonio terminará. Al fin y al cabo, faltaba poco menos de mes y medio para que el plazo de nuestro matrimonio se cumpliera y yo pudiera reclamar mi herencia, así como lo de su hermana faltaban unas cuantas semanas para que pasara y todo parecía indicar que estaría a salvo.
No quería pensar en eso. Y al parecer ella tampoco.
Y sin poder evitarlo, me sentía algo aliviada por eso.
Antes de poder pensar en más unos toques en la puerta que conocía muy bien me distrajeron.
-adelante nezuko-
Su cabeza marrón se asomó por la puerta y me miró desde el umbral.
-señor, solo venia a preguntarle si no se le ofrecía nada. Estoy por irme-
-no nezuko, no te preocupes-sonrei -¿hay algún evento importante en la agenda en lo que resta de la semana?-
-solo la junta con los franceses mañana señor, y la comida del jueves con los inversionistas-
