Capítulo 10

3.2K 183 27
                                    

Suspiro mientras pase a la siguiente página del libro de Jorge Luis Borges que desde pequeña siempre me fascinó de una forma inigualable, pero esta vez parecía tan ajeno y distante a todo aquello que me transporta al más allá

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Suspiro mientras pase a la siguiente página del libro de Jorge Luis Borges que desde pequeña siempre me fascinó de una forma inigualable, pero esta vez parecía tan ajeno y distante a todo aquello que me transporta al más allá. Me sentía en otro mundo y quizás se deba a que estoy encerrada en estas cuatro paredes, mientras Marzena y Wincent se fueron a realizar "documentos de suma importancia" para la empresa familiar, aunque cada día sus cuentos y excusas me parecen menos creíbles, ya que están rodeados de nervios, mentira y cada frase que dicen solo me hacen creer que toda mi vida es un engaño, y tal vez lo sea, cosa que me causa un profundo temor. No sé qué podrían ocultar o que hay detrás de todo esto, pero estoy segura de que tantas mentiras prometen acabar conmigo y temo porque toda mi vida se vaya por el caño.

Jamás imaginé que venir a Rusia traería tantas consecuencias para mi familia, pero al parecer lo hizo y eso me duele, sin embargo, lo agradezco en parte, porque aunque aún no tengo voz ni voto, quiero creer que llegará al día donde no habrá más mentiras y solo me quedará enfrentarme con la verdad, aunque no sé si saldré ilesa de ella.

Suspiro mientras escucho como el timbre suena abajo y bufé con fastidio. Sé que tenía sumamente prohibido abrir la puerta, salir sola o siquiera hablar con extraños. Sí, lo sé, parecía que tenía cinco años en lugar de dieciocho, pero aun así baje las escaleras y me dirigí hacia la puerta, porque en mi defensa, ninguno de los guardias de mi padre se dignó a abrirla aunque ahora que lo pienso desde que se fueron no los vi más y eso es extraño.

Jamás estaba sola ni mucho menos sin supervisión, pero restándole importancia, abrí la puerta encontrándome con un amable repartidor y junto a él decenas y decenas de rosas, pero supe diferenciarlas muy bien, no únicamente porque era una amante de ellas si no porque siempre imaginé poder comprar una sola de ellas, ya que su precio era exageradamente caro, ya que un simple ramo costaba más de diez millones de euros.

Mi boca se abrió y luego formó un puchero al imaginar que esto era una clase de error, era imposible que más de cien Rosas 'Juliet' fueran para mí. Ni siquiera mi padre podría regalarme una sola de esas flores y dudo mucho que alguien más lo haga.

—Lo siento, pero creo que se ha equivocado de dirección—intente que la tristeza no se notará en mi tono amable.

—Oh, disculpe ¿Esta no es la dirección de...—se fijó en su ficha y espere cualquier nombre menos el que pronunció—Elaia Sikora?

Mi boca se secó y mi piel se erizó por completo de forma brusca al igual que repentina ¿Acaso dijo mi nombre? Eso no podía ser posible, nadie podría enviarme semejante regalo y de tanto capital. Ni siquiera yo podía permitírmelo.

—Eh, sí, de hecho sí—contesté sin creerlo, mientras las preguntas picaban en la punta de mi lengua—¿Quién las envía?

—Esa información es clasificada, Señorita Sikora—me sonrió algo incómodo y solo asentí dejándolo pasar, aunque mi padre me mataría si se enterara.

The Monster © [+18] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora