Capítulo 5

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Dos días tarde, pero el martes y ayer fueron caóticos. Espero que les guste <3

Canción del capítulo: Small Talk - Niall Horan

TW: relaciones sexuales explícitas, limitación de movimiento de uno de los personajes

***

—No.

—¿Por qué no?

—Porque no. Ya te lo dije.

—¡Venga, Aitana, porfa! —Pide el chico.

—Que no, Agoney. El pobre se va aburrir en una cena llena de viejos estirados. Entiende, no es no. —Aitana empieza a caminar por el pasillo para que su amigo no siga insistiendo.

—Porfa, porfa, porfa —ruega como niño de cinco años, siguiendo sus pasos.

—Y si tanto quieres que lo invite, ¿por qué no lo haces tú? —Aitana frena, haciendo que Agoney casi tropiece.

—¡Porque no existe ese punto en nuestra relación! Solo follamos, nada más —replica.

—Bueno, pero ese no es mi problema. No voy a invitar a Raoul a la cena. —Se dispone a seguir su camino, pero la voz del mayor la frena.

—Si lo llevas, yo invito a Nerea.

—Eres... —Aitana entrecierra los ojos, queriendo asesinarlo.

—¿El mejor abogado y amigo que podrías tener? Lo sé. Y por eso vas a invitar a Raoul y yo a Nerea. ¿A que sí? —Dice con una sonrisa.

—A veces te odio.

—Mientes. —Agoney deja un beso en su mejilla y continúa su camino por el pasillo—. ¡Gracias, guapa, eres la mejor, te quiero! —Grita, antes de abrir la puerta y entrar a su oficina.

Así es como Agoney logró que Aitana llevara a Raoul a la cena que la firma había organizado ese viernes por la incorporación de un gran cliente, y por eso, ahora Raoul lleva un rato sin dejar de sentir la mirada de Agoney sobre él desde el otro lado de la sala, mientras bebe de su copa. Lleva un traje gris ajustado a su medida, haciendo que todas sus curvas resalten, camisa blanca y corbata azul. Como todo abogado en una reunión de oficina. Y a él, sinceramente, le pone.

Las veces que se habían encontrado en la discoteca Agoney iba arreglado pero casual, y el día en que se encontraron fuera del buffet no tuvo demasiado tiempo para analizar cómo se veía con traje, porque estaba más centrado en comerle la boca. Cuando se vieron en la cafetería, llevaba musculosa y vaqueros. El lunes, cuatro días después de la propuesta, no habían podido contener las ganas y acabó yendo a casa del mayor por tercera vez. Este lo recibió en chándal y sin camiseta, así que tampoco pudo apreciarlo con traje. Pero hoy, viernes por la noche, en ese lujoso hotel, Raoul lleva unas cuantas horas viendo al canario hablar con elegancia, acompañado del porte que le da el traje y la seriedad de estar tratando con algunos clientes importantes y los socios de más alto rango de la firma. Y Raoul se quiere morir.

Agoney le pone. Le pone mucho, y verlo desenvolverse tan bien en el ámbito de su trabajo le produce cierto calor en su parte baja, que lleva controlando más rato del que le gustaría. Un rato bastante largo, porque desde que el otro lo identificó en el evento, no le ha quitado la mirada de encima y se está poniendo nervioso. O cachondo. O nervioso porque se está poniendo cachondo en medio de viejos estirados que se escandalizarían por los pensamientos que está teniendo su cabeza mientras comparte habitación con ellos. Porque está Agoney, y Agoney está en traje y lleva una corbata. Y de repente está imaginando a Agoney, a sí mismo, a una cama con barrotes y a esa corbata y ¿había dicho ya que llevaba gran parte de la noche tratando de no ponerse cachondo? Porque si no, pues en eso ha centrado su mente mientras hace como que escucha a los colegas de Aitana.

Arms of a StrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora