Capítulo 7

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TW: descripción alta de ansiedad, intento de manipulación. 

Canción del capítulo: No Hay Más Que Hablar - Morat

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—Raoul —interrumpe Agoney, apartándose de su cuello

—¿Por qué paras? Sigue, Agoney. —Toma su nuca para que vuelva a besarlo donde más le gusta.

—¿Estás bien? —Pregunta extrañado, negándose a continuar con lo que estaban haciendo.

—Sí ¿por?

—Estás llorando.

Agoney se aparta y rueda al otro lado de la cama. Raoul se sienta rápidamente, cruzando sus piernas sobre el colchón y limpiándose una lágrima de la mejilla.

—Vaya puta mierda —suspira—. Perdón. Puedes irte si quieres. O puedes quedarte y terminar lo que empezamos, porque sería un poco putada que te haya llamado y que te vayas sin el orgasmo por el que viniste.

—Raoul —Agoney se pone serio y se sienta frente a él—, no voy a acostarme contigo si estás mal. ¿Me quieres contar qué pasó?

—El gilipollas de mi ex, lo mismo de siempre. —Rueda los ojos—. Pero de verdad, Ago, no tienes que quedarte a aguantarme. Tendrás mil cosas mejores que hacer —acaba la frase con un hilo de voz y apartando la mirada.

A pesar de las confesiones que se hicieron dos semanas atrás en aquella habitación de hotel, y de lo mucho que le gustó descubrir otros aspectos del abogado, todavía le da un poco de corte abrirse y contarle sus sentimientos a Agoney. Aún más si son sobre algo que sucedió esa misma mañana y que la razón de que Agoney le esté preguntando es porque interrumpieron el polvo, aunque en el fondo de su corazón sepa que el chico le habría preguntado de cualquier forma si lo hubiera encontrado así.

—En realidad no —le sonríe.

—¿Nada mejor que escuchar a un chico lamentarse por un ex, que además te dejó con las ganas?

—Nop, nada mejor. —Raoul sonríe pequeño ante la respuesta de Agoney. No lo admitirá en voz alta, pero en ese momento necesita compañía, y no le molesta que sea del canario quién lo pilló en su peor noche—. Así que si quieres desahogarte con alguien que sabe poco y nada de tu vida, aquí estoy.

—Cambia eso de que sabes poco y nada de mi vida, porfa —pide pequeño—. No he podido decírtelo estas semanas, pero el día en el hotel me ayudó mucho. Me trataste súper bien, Ago, y me ha costado encontrar amigos así. Gracias por eso.

—¿Alguna vez vas a dejar de darme las gracias?

—No creo, no. —Raoul acompaña las palabras con un movimiento de cabeza y toma un cojín de la cama para abrazarlo entre sus piernas—. ¿Seguro que no te molesta que te cuente el último drama?

—Segurísimo, Ra. Tú lo acabas de decir: somos amigos, y los amigos se apoyan y se escuchan —anima.

—Vale, pero es un poco largo.

—Adelante. —Agoney sonríe y, recostándose sobre la cama como un niño pequeño antes de dormir y abrazando otro cojín, se dispone a escuchar.

—Los últimos seis meses de relación él estuvo en Barcelona y yo aquí en Madrid. Todo ese tiempo intenté estar atento y preguntar siempre cómo estaba, si quería hablar o contarme de su día, pero a veces también me hacía falta que hiciera lo mismo por mí. Él trabajaba y tenía menos tiempo libre que yo, así que entendía que no lo hiciera siempre. A veces yo quería hacer videollamada y me decía que mejor otro día, porque estaba cansado. ¿Sabes qué pasaba en realidad?

Arms of a StrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora