Capítulo 1

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Canción del capítulo: Armos of a Stranger - Niall Horan

TW: relaciones sexuales explícitas

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Raoul se bebe de un trago lo que queda en su copa y da media vuelta para echar un vistazo a la pista de baile. Hacía un poco menos de dos meses su ex, con el que había tenido una relación de casi tres años, lo había dejado porque según él "ya no era lo mismo".

Y claro que no era lo mismo, si los últimos seis meses de relación intentaron llevarla a distancia porque le habían ofrecido un trabajo en Barcelona y él no podía dejar Madrid, así que decidieron mantener la relación a distancia durante el año que duraría la estancia del contrario en Barcelona. No creyeron que tendrían problemas porque llevaban dos años y medio juntos, se respetaban, hablaban de todo y confiaban el uno en el otro. O eso se suponía.

Raoul pecó de inocente y ahora, ocho meses después de que Polo se había marchado a Barcelona, se estaba dando cuenta de que lo que él dio durante los meses que estuvieron separados fue mucho más de lo que recibió. Estuvo atento a él, preguntándole cómo estaba casi todos los días, como le había ido en el trabajo y si había hecho nuevos amigos. También le ofrecía, siempre que necesitara, hacer videollamada.

El primer mes funcionó bien, aunque les costó un poco adaptarse, pero Raoul confiaba en el amor que se tenían y, sabiendo que tratarían de verse una vez al mes, estaba tranquilo. Sin embargo, el Raoul que ahora está medio borracho en una discoteca, se quiere abofetear a sí mismo. Durante el segundo mes los mensajes fueron algo escasos, pero hicieron llamada todas las semanas. El tercero fue un poco más difícil, pues Raoul sentía que estaba preocupándose todo el rato de no enviar demasiados mensajes para no molestar mucho a su novio, pero también de hacerle sentir acompañado y apoyado, aunque comenzó a extrañar un poco que el otro también se preocupara por él. A pesar de todo, se vieron un fin de semana y todas las inseguridades se fueron al darse cuenta de que volvían a ser los mismos de siempre. O eso creyó. El cuarto mes, no pudieron verse en persona y los apodos cariñosos se esfumaron. Polo empezó a tener un trato cortante como nunca antes con él, que tampoco se atrevía a preguntar lo que pasaba y que, la vez que lo hizo, solo consiguió un enfado y que el otro rebajara su preocupación a decirle que eran cosas de él y que estaba cansado. Al quinto mes, cada vez que Raoul proponía una video llamada recibía un "estoy cansado" y un visto más grande que el Titanic. Y al final, justo una semana antes de que acabara el sexto mes, Polo había viajado a Madrid (al menos tuvo los cojones de hacerlo en persona) para terminar con Raoul dándole argumentos tontos que, en ese momento, no había podido analizar bien porque tenía el corazón demasiado roto.

El primer fin de semana soltero, Raoul se cansó de llorar por un idiota y de sentir que le faltaba cariño, así que decidió salir de fiesta. Se lió con un chico, bailó con un par más, le tiró fichas al camarero y, finalmente, se había ido con otro a su casa para follar como no lo había hecho en casi tres meses. Y esa se convirtió en su rutina de fin de semana durante los siguientes dos meses. Arreglarse, emborracharse, follar y volver a casa con una resaca que lo hacía dormir casi todo el día.

Ahora está ahí de nuevo, una noche más buscando a algún chico guapo con el que follar para sentir, aunque sea, un poco de cariño en brazos de un extraño.

—¿Estás seguro, Raoul? Has bebido mucho hoy, más que en las últimas veces, por lo menos —dice el camarero de la primera noche, tras escuchar que Raoul le pide otra copa más.

Se llama Ricardo, pero todo el mundo le dice Ricky. Es alto, mucho más que Raoul, y tiene los ojos azules junto con una barba de un par de días. En alguna conversación le dijo que es de Mallorca, pero que lleva años viviendo en Madrid. Hicieron buenas migas y, noche tras noche, el rubio le ha contado una que otra parte de su trágica historia de amor.

Arms of a StrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora