Más vale tarde que nunca. Disfruten.
Canción del capítulo: Tu Foto del DNI - Marmi y Aitana
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Lo primero que hacen al llegar al piso de Agoney es quitarse la ropa para quedar algo más cómodos, con calzoncillos y una simple camiseta. Lo segundo, es empezar a cocinar la cena entre piques y roces traviesos. Lo tercero, es una sesión intensa de besos sobre la encimera y, lo cuarto, es apagar el fuego de una olla quemada y ordenar una pizza a domicilio. Lo quinto y último que hacen, es meterse en la cama para el inicio de un polvo que nunca ve su final, porque el sueño les vence antes siquiera de quitarse la ropa y acaban durmiendo, como ya es costumbre, acurrucados en los brazos del otro a pesar de no haber compartido un orgasmo en los minutos anteriores.
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Despierta con un peso sobre su pecho y el calor envolviendo su cuerpo. No le molesta, a pesar de que mayo está llegando a su fin y la temperatura aumenta cada día, pues lo hace sentir reconfortado y acompañado en un lugar en el que muchas veces se ha sentido solo. Ladea la cabeza ligeramente, solo para saber si alcanza a tocar algo de la piel contraria con los labios y, cuando se da cuenta de que sí, deja un pequeño beso en su frente. Sabe que no lo sentirá, pero un gesto de cuidado y agradecimiento como ese nunca está de más y se siente bien al hacerlo.
Se remueve en la cama, intentando desperezarse pero sin agitar mucho el cuerpo del chico sobre él y, una vez logra que casi todos sus músculos reaccionen, se preocupa de salir con cuidado del agarre de Raoul y de reemplazar su propio cuerpo con un almohadón, para que note lo menos posible su ausencia. Dejando una última caricia en la mejilla del rubio, sale de la habitación y se dirige a la cocina para preparar el desayuno.
Enciende la cafetera, saca tocino y huevos del frigorífico, aceite de la despensa y pone a tostar el pan. Espera a que el aceite en la sartén se caliente un poco para luego agregarle el tocino y hacer los huevos revueltos. Quiere darle una sorpresa a Raoul, después de todas las que le dio el chico la noche anterior, y recuerda que en algún momento le comentó que ese desayuno le encanta pero que le suele dar pereza preparárselo muy seguido.
—¿Estás aquí ya, entonces? —Escucha la voz de Raoul acercarse por el pasillo. Le apena un poco no poder llevarle el desayuno a la cama, pero espera compensarlo con besos en el mesón—. Que guay, Mati. —El chico se asoma por la puerta de la cocina con una sonrisa y le guiña un ojo cuando voltea a verlo—. Nos vemos pronto entonces ¿vale? Estamos hablando. —Pasan unos segundos de silencio en que Agoney remueve el tocino en la sartén y prepara las cápsulas de café para la cafetera—. Vaale, chao. —El menor corta la llamada y se acerca a él, dejando un beso en su mejilla—. Buenos días —saluda, con voz suave. De no ser porque lo ha presenciado, no se creería que el chico acaba de hacer una llamada como si no estuviera recién levantado.
—Hola. —Le devuelve el beso en la mejilla y sonríe—. ¿Quién era? —Pregunta curioso. En parte simplemente por eso, curiosidad y, en parte, porque le intriga saber quién le causó esa alegría al rubio en una mañana que pretendía alegrar él.
—¿Te acuerdas de Matías? ¿El amigo de Polo que me encontré hace unas semanas antes de verlo a él? —Agoney asiente, quiebra los huevos y los hecha en la sartén con el tocino—. Pues era él. Quería decirme que ya está de vuelta en Madrid para ver si quedamos en algún momento.
—Ah, que guay. —Remueve la mezcla que tiene al fuego y se aparta hacia la cafetera—. ¿Me pasas las tazas, porfa? —Raoul frunce el ceño, extrañado, pero hace lo que le pide.
Aunque Agoney quiera pretender que todo sigue normal entre ellos, las palabras de Raoul le provocaron un pequeño pinchazo en el estómago al que no quiere ponerle nombre todavía, pero que en el fondo sabe por qué está ahí. Su inconsciente le grita que es porque quiere ser él quien alegre al rubio con una llamada, el que le pueda hacer el desayuno y llevárselo a la cama siempre que quiera y el que lo lleve a cenar de vez en cuando. Pero no deja esas ideas ni si quiera invadir su mente porque es algo que no se puede permitir y que sabe que no le saldrán bien. O eso quiere creer, así que se centra de nuevo en su tarea inicial esquivando la mirada curiosa de los ojos miel sobre él.
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Arms of a Stranger
FanficRaoul busca cada noche cariño en brazos de algún extraño. Puede que Agoney aparezca a cambiar eso. O Puede que Raoul, al fin, ya no necesite buscar cariño en cualquier extraño porque lo encontró en una persona especial.