Capítulo 11

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Canción del capítulo: Los Amigos no se Besan en la Boca - Lasso y Ana Guerra

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Flashback

Fin de semana en el hotel, mañana del domingo

Raoul nota un cuerpo cálido en su espalda apenas es consciente. El brazo que envuelve su cintura lo tiene atrapado, pero está cómodo, así que no tiene problema con quedarse ahí un rato más. Sin embargo, abre los ojos como plato al recordar la noche anterior, cómo fue que llegó a eso y todo lo que vivió. Más bien, como se sintió con todo lo compartido con Agoney.

Con el miedo a sentir demasiado invadiéndolo, sale de la cama intentando no mover al otro chico que sigue dormido y cita a Ana para un café urgente. Se viste rápido, pero tiene la delicadeza de dejarle una nota Agoney explicándole que recordó que tenía trabajo pendiente y que prefirió no despertarlo. Puede que sea mentira, pero de eso el canario nunca se va a enterar.

Cuando llega a la cafetería en la que siempre se junta con Ana, esta ya se encuentra sentada en una mesa y revisando el menú. Camina hasta ahí y suelta un suspiro al sentarse frente a ella.

—¿Estás bien? Tienes cara de angustia —pregunta la chica preocupada.

—No, Ana, no estoy bien. Por algo te cité aquí.

—Pero ¿qué pasó? Hasta donde supe, ayer estabas paseando con Agoney de lo más bien.

—Ya. Ese es el problema: Agoney. —Cruza los brazos sobre la mesa y hunde su cara en ellos, derrotado.

—¿Qué? —Pregunta Ana, extrañada—. ¿Te hizo algo, Raoul? Háblame, cariño.

Raoul levanta la vista, solo lo suficiente para que su amiga pueda leerlo y, sin que si quiera le diga nada, Ana ya puede intuir lo que dirá incluso sin que tenga la necesidad de hablar.

—Creo que estoy sintiendo algo por Agoney, Ana —dice angustiado—. Y tengo mucho miedo.

—Ven aquí. —Ana se cambia de lugar para quedar junto a Raoul y envuelve su cuerpo con los brazos. Apoya la mejilla en su espalda e intenta darle palabras de consuelo, aunque sabe que no serán muy efectivas.

—Gracias —habla Raoul, sorbiéndose los mocos y mirando a su amiga cuando ya está un poco más tranquilo.

—Sabes que no me cuesta nada, pero ¿puedo preguntar exactamente por qué te tiene así el sentir algo por Agoney?

—El viernes por la noche y ayer estuve muy bien con él ¿sabes? —Ella asiente para que continúe—. Me trató como nunca nadie me había tratado, me cuida, joder... Se preocupa por mí y con él me atrevo a ser yo mismo completamente porque sé que no me va a juzgar. Y eso me encanta, pero...

—Pero tienes miedo a salir dañado otra vez después de lo que pasaste con Polo —lo corta Ana, terminando la frase. Raoul asiente.

—Sí. —Se encoge de hombros—. No sé qué hacer, porque no quiero alejarme de él, pero tampoco quiero que el sentimiento siga creciendo.

—Lo único que puedo decirte en este momento es que evalúes si lo bien que te hace sentir vale la pena y, según eso, decidir si quieres enfrentar tus miedos. Y si no, trata de mantenerlo como amigo, aunque yo creo que haríais muy buena pareja —sonríe.

—¿Por qué siempre sabes que decir, Ana?

—Ya sabes, es la edad. —La mayor guiña el ojo y ambos ríen, para después desayunar y seguir hablando de cosas banales aunque, la chica, con el presentimiento de que la vida de Raoul no hará más que mejorar con la presencia de Agoney en ella.

Arms of a StrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora