Capítulo 2

384 40 92
                                    


Canción del capítulo: No bailes sola - Danna Paola y Sebastián Yatra

**

El lunes, Raoul entra a la sala de profesores con una sonrisa disimulada y el cuerpo relajado. Puede que sea producto de haber dormido bien una noche completa después de mucho tiempo, o de la paja que se hizo en la ducha recordando la mamada que recibió por parte de Agoney el día anterior antes después de un desayuno compartido y antes de dejar su piso.

—¿Y esa cara? —Pregunta Ana, cuando cuelga su bolso en la silla y se sienta junto a ella.

—¿Qué cara?

—Estás aguantándote la sonrisa y te ves, no sé, ¿relajado? El último tiempo has llegado con ojeras y la mirada triste. —La morena deja una caricia en su espalda y le sonríe en muestra de apoyo.

Ana, esa chica a la que había conocido dos años atrás y que, en apenas un mes, se había convertido en su mejor amiga y su gran apoyo. Cuando entró a trabajar en el colegio, ella fue la primera en recibirlo con una sonrisa y en darle ánimos para el primer día enseñando a niños y niñas de primaria. Poco a poco, entre cafés durante los descansos y un par de idas a comer, se hicieron inseparables. Para Raoul, ella fue el aire fresco que necesitaba al terminar la carrera y, para ella, él era un niño conociendo el mundo que le recordó a sí misma al salir de la universidad, así que no pudo evitar el impulso de acogerlo como a un hermano pequeño al verse reflejada en él. Así, se hicieron inseparables y, a día de hoy, Ana es la única que lo sabe todo sobre él y viceversa.

—Puede que haya follado con un morenazo el fin de semana —contesta, rodando los ojos—. Y puede, solo puede, que durante ese rato me haya olvidado por completo de tú ya sabes quién, aunque el bajón me volviera antes de dormir.

—¡Raoul! —Grita de emoción.

—Shhhhh —manda a callar la, a gusto de ellos, vieja amargada de lengua. Ambos la fulminan con la mirada y vuelven la vista al escritorio.

—Me alegro un poco por ti, te lo mereces, pero...

—¿Pero? —Pregunta, alzando las cejas.

—¿Estás bien con eso? Me refiero a lo de follar con alguien distinto cada fin de semana. Me preocupa que estés buscando algo que no sé si vas a encontrar follando.

—Estoy bien, Ana. —Se encoge de hombros.

—Vale pero, no sé, tal vez podrías tener una cita con alguien, es casi lo mismo ¿lo has pensado?

—No —niega cortante.

—¿No qué?

—No es lo mismo, y no pienso tener ninguna cita con nadie. Me niego.

—A lo mejor te viene bien conocer gente nueva, que te saque de la rutina.

—Ana... —suspira.

—Vale, me callo. Y quedan tres minutos para que empiece mi clase, así que me tengo que ir. —Se pone de pie y rodea sus hombros por detrás, dejando un beso en su mejilla—. Pero, por si cambias de idea, puede que tenga un interesado en salir contigo. —Tras sus palabras, la morena se va corriendo de la sala de profesores.

—¿¡Qué!? —Grita—. ¡Ana Alicia Guerra Morales, vuelve aquí!

—¡Adiós! —Se despide desde la puerta con una sonrisa traviesa y la pierde de vista.

Raoul vuelve a suspirar y, esta vez, no esconde su sonrisa. Puede que las últimas semanas haya estado más triste y apagado pero Ana, su fiel amiga, siempre logra sacarle una sonrisa. Eso es algo que nunca dejará de agradecerle.

Arms of a StrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora