Capítulo 14

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No me di cuenta y, cuando miré el calendario, caí en cuenta de que llevaba casi 3 semanas sin actualizar, así que perdón. Entre la universidad y el disco de Raoul (maravilloso, por cierto) la vida se me ha pasado volando y sin tiempo de nada, pero vuelven los ragosaoas, y mejor que nunca. 

Un saludo y stream El Pecado. 

Canción del capítulo: Una na - Lali Espósito

**

—¿Qué haces aquí? —Pregunta Agoney, despertando a Raoul de su sueño en el sofá.

Se despertó sin el calor del chico junto a él, y supuso que se había despertado un rato antes y estaba preparando el desayuno como otras veces, pero se llevó una sorpresa al encontrarse a Raoul acurrucado en el sofá, hecho una bolita bajo la manta y con la tele encendida, aunque con un volumen muy bajo.

El rubio entreabre los ojos y nota a Agoney a unos metros. Se sienta lento y se frota los ojos tratando de quitarse el sueño y de alargar los segundos antes de que las palabras comiencen a fluir entre ellos, porque sabe que serán palabras que tal vez no le gusten a ninguno.

­­­—Dormir. ­—Se encoge de hombros.

­—Lo que no entiendo es por qué estás durmiendo acá.

—Porque te pasa algo que no me estás diciendo y te tuvo mal anoche. Probablemente sea yo, así que no quise molestarte más.

—Estás delirando. —Agoney niega con una sonrisa. Es fingida, ambos lo saben, y Raoul no entiende por qué Agoney le está mintiendo—. ¿Desayunamos? —Intenta cambiar el tema, pero él no piensa ceder tan fácil.

—Si me dices qué pasa, sí —contesta.

—Si me pasara algo te lo diría, lo sabes.

—Ago... —llama Raoul, con voz lastimera—. Dilo ya, no me vas a herir.

—Es que no sé de qué hablas, Ra. Si tuviera algo que decir ya lo habría hecho, pero como no hay nada... —Agoney se encoge de hombros.

—Joder, Ago, vale, a ver —empieza nervioso—. Vine a dormir al sofá porque algo te tiene inquieto, no dejabas de moverte en la cama, y eso solo lo haces cuando algo te tiene mal.

—¿Tú cómo sabes eso?

—Lo has hecho un par de veces cuando tienes casos difíciles.

—No es verdad —rebate el mayor.

—Sí lo es. Y no me discutas porque en esto tengo razón. —Agoney niega con la cabeza, aunque sonríe. Camina hasta el sofá y se sienta junto a Raoul. Se inclina hacia él para robarle un pico de buenos días, pero el chico aparta la cara antes de que pase nada—. No, Agoney.

—¿Por qué no?

—Porque te hice daño.

—Que no, joder —dice frustrado—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me haces daño para que entiendas?

—Sí lo hice. Yo sabía que no teníamos que hacerlo y ahora estás inquieto porque te dio miedo hacerme daño a mí.

—No...

—¡Qué sí! ¡Deja de poner como prioridad a todo el mundo excepto a ti mismo, Agoney! —Raoul se exaspera y acaba subiendo la voz más de lo que pretendía. Agoney lo mira con tristeza, no porque le gritó, si no que porque sabe que el chico junto a él tiene razón—. Perdona, no quería gritarte —se disculpa, haciéndose pequeño en el sofá.

—Está bien, te frustraste y...

—Deja de decir que todo está bien cuando no lo está.

—Vale, ¿pero puedes entender que no me hiciste daño, por favor?

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