Capitulo 18. Dentro de mi corazón

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En términos de eternidad...

Lo que siento por ti no tiene punto final.

No hay destrucción de un amor que rebasa el límite de creación.

—¿Hasta cuándo podré llamarte mío?

Escuche a Daira hablar, sin embargo, algo en mí, me decía que no había nadie en la habitación.

Abrí lentamente los ojos, miré a mi lado y era cierto, no estaba ella. Me levante poco a poco, respire profundamente y deje salir todo el aire de golpe.

Sentí mi rostro mojado.

¿Lagrimas?

Me dirigí al baño para echarme agua y así poder despejarme de lo que me ha tenido preso aun en mis sueños.

Salí de la habitación, y ahí estaba ella. Escribiendo algo en su ordenador. Esta tan metida en sus cosas que no quiero distraerla. Tiene puesto un pants gris, un cárdigan del mismo color y un top de un color más oscuro, el chongo despeinado que hace que luzca tierna y cómoda con lo que hace.

Me dispuse a apreciar a mi mujer desde el sofá.

Le da pequeños sorbos a su bebida que está a un lado de su ordenador. Pude observar que tiene una libreta de apuntes y un lapicero con el que juega cada vez que mira al techo, como si eso le diera respuestas precisas al instante. Quise guardar este momento en mi celular, pero, cuando intente fotografiarla, el flash se hizo presente, arruino mi momento.

Reímos al instante.

Dejo lo que estaba haciendo, puso una canción, la cual debo admitir que me estremeció, sentí hormigueo por todo el cuerpo, sonreí ampliamente y mi corazón comenzó a latir frenéticamente, pero esta vez, sin dolor.

LOS RECUERDOS PUEDEN DISTORCIONARSE, PERO LAS EMOCIONES NO.

—¿Quieres saber cómo fue que nos reencontramos? —preguntó dirigiendo toda su atención hacia mí, levantándose de donde estaba para sentarse junto a mí.

—Por favor —insistí.

—Fue a inicios de otoño cuando regresé de Nueva York, quise verte, pero no me atreví en ese momento, después de todo fui yo quien se alejó de ti —dejo de hablar cortando la oración —. Tu empresa estaba en todos los medios, Vincent y tu estaban en la cima, así que, tome el celular y me dispuse a llamarte con el pretexto de felicitarte, pero fue en vano, me acobarde. Después de unos días más, recibí un mensaje tuyo, el cual aún intento descifrar —rio entre dientes.

—¿Por qué? —intervine interesado.

—Estabas ebrio —Daira se giró y me mostro una sonrisa —. Después de que recibí tu mensaje me decidí a dejar mis miedos atrás, armarme de valor y darte todo de mí. Me diste una segunda oportunidad aun sin haberlo merecido.

Mi corazón arde por ella.

—Mi mensaje fue el detonante de todo, ¿verdad?

Asintió con la cabeza.

—Esta canción es nuestra canción, tu no la recuerdas, pero estoy segura de que al escucharla tu corazón sintió lo mismo que yo.

Era verdad.

—Quiero saber más, por favor...

—Soy la autora de Índigo —susurró pasándose una mano por su cabello —. Fue gracias a ti que me mostré al mundo sin miedo alguno. Me acompañaste a mi primera rueda de prensa, me apoyaste y me diste tu mano sin esperar nada a cambio.

Relaje los músculos y deje fluir la tensión fuera de mi cuerpo. Estaba tan feliz y sorprendido.

Sentí un alivio.

Al otro lado de la LunaWhere stories live. Discover now