Veré como triunfa una vez más, el amor de mi vida con lo que ama hacer.
El gran día ha llegado.
Camine por toda la habitación, estaba pensando en que regalarle a Daira, tenía que ser algo grandioso, pero no tanto como ella, claro. Acomodé la corbata que empezaba a asfixiarme y salí de la habitación.
—¿Por qué no lo dejas? Ainara, no mereces sufrir cada semana por la culpa de alguien indeciso, prométeme que lo dejaras y conocerás a alguien que te amé con todo su ser, por favor.
—No puedo, no puedo dejarlo.
—¿Qué te detiene?
—Amo a Tyler Adams.
—No, tu estas confundiendo al amor con apego, no es lo mismo.
Y aquí estoy una vez más, escuchando platicas ajenas.
Otra vez Tyler está haciendo de la suyas y yo no puedo detenerlo. No puedo controlar lo que no tiene control.
Llegué al lugar donde estaban platicando, se quedaron en silencio y honestamente no quería que siguieran con el tema, no porque estuvieran hablando de mi hermano, sino porque, me dolía saber que estaba lastimando a quien decía querer.
Saludé Ainara con una sonrisa en mi rostro, haciendo una reverencia.
Y me quedé anonadado al dirigir toda la atención a mi bella mujer, la silueta de Daira resaltaba con el vestido negro que llevaba puesto, al igual que su sonrisa con el labial rojo que tenían sus labios. En mis ojos, brilla ella.
Daira me miro, derrochaba amor e ilusión, sus ojos brillaban de diferente manera, un brillo que nunca había visto. Me pregunto, ¿Por qué brillaran de esa manera?
—Te vez preciosa, cariño —ella parpadeo, haciendo que sus largas pestañas revolotearan al ritmo de su sonrisa coqueta.
—Gracias —contestó regalándome una amplia sonrisa.
—¿Nos vamos? —preguntó Marcel, quien salía de su habitación, acomodándose el pantalón de vestir que llevaba puesto.
Sonrió al vernos. Yo seguía inmóvil apreciando la belleza de mi compañera de vida.
Daira sacudió su cabello haciendo que se acomodara de mejor forma para que los aretes que llevaba puestos, resaltaran. Había dedicado buena parte de mi vida intentando no llorar delante de las personas que me han visto firme ante la vida, apreté los dientes, mire el techo y después a la ventana, trague saliva y llame a juldai para salir de casa.
Miré a Daira, después a Marcel y a Ainara, les lance una sonrisa.
—Brillan como las estrellas de cada noche —dijo Marcel mientras nos observaba con detenimiento.
—Al igual que tu —pronuncié cada palabra con cariño.
—Te has vuelto más tierno con el paso de los días —volvió a hablar el pelinegro.
—Solo contigo.
Daira aclaró su voz haciendo sonidos extraños pero divertidos que salían de su garganta. Esbozó una sonrisa torcida.
—¿Pueden llevarse a juldai con ustedes? –pregunté.
—¿Manejaras? —preguntó Marcel con sorpresa.
Asentí con una sonrisa, sujetando la mano de Daira.
—No te preocupes, nos vemos allá —dijo Ainara quien levantaba a juldai con ambas manos del piso frio.
—Maneja con cuidado, Jul, fighting —dijo Marcel.
Salieron de la casa, tome a Daira entre mis brazos haciendo que sus pies se despegaran del piso, le di un beso y salimos de casa. Al llegar al estacionamiento, me llego un mensaje.
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Al otro lado de la Luna
Romance¿Es mi vida o es mi muerte? "Somos la visión nocturna del otro, la luna del otro" ¿Alguna vez se han preguntado si existe otro tú en otro mundo? ¿En otro plano? ¿En otra realidad? ¿Viviendo algo totalmente diferente? Las personas no tenemos el pod...