Capítulo 20.

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A la mañana siguiente tenía que enfrentarme nuevamente al mundo laboral, estiré un poco mi cuerpo, me levante de la cama y tome una ducha, me puse un traje e intente acomodar mi corbata, salí de la habitación y ahí estaba ella, preparándome el desayuno mientras movía las caderas al ritmo de la canción. Nuestra canción.

—Buenos días guapo —dijo inmediatamente sin dirigir su mirada hacia mí.

¿Tiene ojos en la parte trasera de la cabeza?

—Buenos días, preciosa.

—Ven aquí —dijo mientras apaga el fuego de la estufa. Caminé hacia ella, y al llegar, primero poso sus labios sobre los míos dejando un cálido beso y después acomodo mi corbata con determinación y sutiliza a la vez.

—Gracias cariño.

—¿Ya te había dicho que me encanta verte en traje?

Daira ni siquiera me dio tiempo para sonrojarme.

—Señor Turner, usted me gusta mucho.

Puedo jurar que su belleza es un delito.

—Señora Adams, usted me gusta mucho mas —dije rodeando su cintura con mis manos.

—Desayunemos —indicó.

Asentí con una sonrisa.

—Iré a la editorial y después visitaré a mi madre —explicó mientras le daba un bocado a su tostada —Luego, quizá podríamos dar una vuelta por la plaza.

—De acuerdo.

Terminamos de desayunar, lavé los trastes antes de irme y me despedí tiernamente de mi esposa.

Tome un taxi y al llegar a la empresa, todo seguía normal, suspiré pesadamente y me dispuse a entrar.

—Buenos días —salude a cada persona que estaba en el vestíbulo.

Subí el ascensor y pude notar un nuevo rostro, sin embargo, no le tome importancia. Fui a la oficina de Orson antes de dirigirme a la mía.

—Hola —salude fingiendo frialdad.

—Julien Adams, hermano —toda su cara se ilumino. Se levantó de su asiento y se dirigió hacia mí, inmediatamente. Me abrazo y cedi, hice lo mismo. Abrace a mi mejor amigo.

—¿Alguna novedad? —pregunté.

—No sé cómo lo tomes, pero la señora Smith renunció —respondió neutro.

—¿Motivo? —pregunté sin muchas ganas.

—Se desconoce esa información.

—Está bien —dije mientras salía de la oficina.

Me dirigí a la oficina y honestamente ni siquiera quise ver si, ya había alguien más trabajando en el lugar de la señora Smith. ¿Le habré dicho algo que la molesto? ¿Hice algo que no fue correcto para ella?

Esas preguntas surgieron de la nada.

—Buenos días joven Adams —interrumpió mis pensamientos una voz un tanto irritante para mí. Dirigí mi vista hacia a ella, era la misma chica del ascensor. Piel pálida, alta y delgada.

Hice una reverencia y entre sin hablar.

Revisé el e-mail de la empresa, todo estaba en orden, había documentos sobre mi escritorio, comencé a leer poniendo toda mi atención en ello.

—¿Puedo pasar señor Adamas? -preguntó la chica. Necesitaba aprender ciertas cosas, sin embargo, sé que nadie nace sabiendo.

—Adelante.

Al otro lado de la LunaWhere stories live. Discover now