Capítulo 27. Un año sin ti

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Aun me sigo preguntando el porqué de la vida y el porqué del dolor...

La respuesta al final de la oración sigue siendo la misma.

"Así es la vida", "Todo en esta vida es un ciclo que simplemente transcurre", "Nacimos para morir"

Pero, ¿Por qué el dolor se disfraza de días felices? A veces logro tranquilizar a mi propio corazón, lo engaño con recuerdos que un día me subieron a lo más alto del cielo, pero al final del día caigo en el mismo hoyo, negro y escalofriante.

Cada vez que quiero avanzar, me estrello con muros invisibles.

Es doloroso y asfixiante a la vez.

No quiero cerrar los ojos, no quiero y me esfuerzo por no quedarme dormido mientras te recuerdo, aunque admito que muchas veces, simplemente no puedo evitarlo, quizá, solo quizá, así pueda volver a verte. ¿Estoy siendo demasiado masoquista?

Ha pasado un año lleno de recuerdos dolorosos y momentos felices a la mitad del algoritmo.

—Jul, no olvides que hoy tienes sesión con la tanatóloga, ayer le pediste que no viniera —recalcó Marcel mientras entraba a mi habitación.

—Hoy tampoco quiero que venga —suspiré levemente.

—Es por tu bien, ¿algo te incomoda?, ¿quieres que busque a alguien más? —preguntó con un tono ligero de preocupación.

—No, soy yo... Siento que no estoy avanzando y no quiero que se sienta culpable.

—Si me dejas decirlo... diré que, es normal, habrá días buenos y días malos, muy malos de hecho, pero todo es parte del proceso.

—Marcel, tengo miedo de olvidarme completamente de ella.

Se remarcó un momento incomodo de silencio, el observó todo alrededor de la habitación, tomo el cuadro que estaba al lado de la cama y entonces, vi como sonreía mientras observaba nuestra fotografía, se sentó a mi lado y me miró fijamente a los ojos dedicándome una ligera sonrisa.

—Daira estará por siempre en tu corazón, un amor verdadero nunca se olvida.

Puso el cuadro en mis manos.

—Ella dijo que sería buena idea que saliera, que conociera a más personas, que abriera mi corazón una vez más, yo no puedo, no quiero...

Vi como lagrimas caían sobre sus mejillas y simplemente me abrazo, sentí la calidez de sus brazos y la sinceridad de sus lágrimas.

—Es eso lo que te incomoda, ¿verdad?

—No quiero a nadie más en mi vida. Marcel, si no es ella, no es nadie.

Limpio sus lágrimas y después las mías.

—Te entiendo, realmente lo hago.

—Todos han avanzado, todo ha cambiado, pero, yo... Yo sigo en el mismo lugar, y aunque muchos digan que es porque así lo he decidido, sabes que no es verdad, sabes que todos los días me esfuerzo, con solo levantarme de la cama es algo grande para mí, con bañarme y comer siento que ya hice demasiado.

Mi voz se volvía más frágil.

—He visto cómo te esfuerzas todos los días, he sido testigo de tus lagrimas cada mañana, he visto como luchas contra el dolor, así que, no permitas que nadie te hiera con sus comentarios, y tampoco te permitas lastimarte a ti mismo, ya has sufrido lo suficiente, Jul.

Ahora quien lo abrazo fui yo, dejé que todo mi cuerpo cayera sobre sus brazos, me hundí en mis propias lágrimas y sin darme cuenta, él estaba a mi lado, luchando junto a mí, porque si de algo estoy seguro es que lo estoy arrastrando en mi propia ruina, aun sin querer hacerlo...

Al otro lado de la LunaWhere stories live. Discover now