Capítulo 25. El dolor de perder a alguien.

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Abrí poco a poco los ojos, la luz que entraba por la ventana hacia que dolieran. Me reincorpore lentamente, observando a mi alrededor. Era una habitación grande y cómoda, podían dormirse unas 10 personas en el suelo y cabrían quizá unas tres más.

Había flores en las pequeñas mesas que estaban al lado de la cama y en el centro de mesa que estaba en la habitación.

La cabeza dolía, mi cuerpo aún se sentía incómodo, tanto que me era difícil moverme con precisión. Sentí una venda alrededor de mi cabeza, tenía la cara llena de moretones y probablemente todo mi cuerpo este igual. Me limite a verlo.

Quiero ver a Daira, necesito saber cómo esta.

Intenté levantarme de la cama, pero fue en vano, estaba débil, todo mi cuerpo temblaba. Intenté quitarme la aguja que atravesaba mi piel, pero alguien llego.

—Jul, despertaste —dijo Marcel corriendo apresuradamente hacia mí. Su mirada reflejaba cansancio y tristeza.

—¿Me extrañaste?

Asintió con la cabeza y dejo salir toda la tristeza que había en él. Lloró a cantaros.

—Necesito ver a un doctor, espérame, ¿sí? —dijo, al mismo tiempo que salía de la habitación.

Llegó junto a un doctor alto y delgado. Volví a sentir la luz en mis ojos, me pidió que siguiera su dedo, logré hacerlo bien, me felicito por haber despertado, al parecer no había tantas esperanzas.

Cuando el doctor salió de la habitación, todos los chicos entraron. Intentaban sonreír, pero no lo lograron. Su mirada estaba perdida, esforzándose por mantenerse de pie.

—¿Cómo esta Daira? ¿Dónde está? —pregunté.

Se miraron entre ellos, algo andaba mal.

Todos se limitaron a responderme.

—¿Dónde está Daira? ¿Está en casa, esperándome?

Vincent salió de la habitación inmediatamente que sus lágrimas comenzaron a rodar sobre sus mejillas.

—¿Alguien me dirá donde esta Daira? —pregunté, con la voz en un hilo. Mi corazón dolía.

—Lo sentimos mucho Jul, pero no podemos decirte nada por ahora, hasta que mejores —dijo Paul.

—No, si pueden decirme, tengo derecho de saberlo, soy su esposo, ¿en que habitación esta? Necesito verla.

—Jul, lo siento mucho, ella... —Tyler dejo la frase suspendida, limpió las lágrimas que caían de sus ojos, suspiró pesadamente y finalmente dijo lo que más me aterraba escuchar —. Ella no logró llegar con vida al hospital.

Sentí como el mundo se me caía encima, era tan pesado que inclusive mi corazón se detuvo por un momento. Miré hacia el techo, después a las flores que adornaban la habitación y finalmente a cada uno de ellos.

—Es una broma, ¿verdad? Se están vengando porque no desperté antes...

—Lo siento Jul —finalmente dijo Orson quien se dirigía hacia a mí, para abrazarme. Caí en sus brazos, no soportaba la idea de que fuera verdad, no podía abandonarme, no así, Daira y yo teníamos tantos planes. No quería creerlo.

El dolor era insoportable, y no hablo del dolor físico.

Lloré como nunca había llorado, grité todo lo que pude, ahogué mi voz en una almohada, no lo soportaba. Hubiese preferido morir junto a ella.

—Cuanto tiempo ha pasado? —pregunté, intentando que pudieran entender cada una de mis palabras.

—Una semana —respondió Marcel.

Al otro lado de la LunaWhere stories live. Discover now